e cara a 2012 enfrentamos un panorama riesgoso ante un complejo contexto de fuerzas domésticas y externas en que la dinámica entre petróleo, drogas y territorio es crucial, tanto para el proyecto histórico de la nación, como para la relación con Estados Unidos y el orbe. El aumento en el precio del crudo, similar al que en 2008 afectó la economía mundial, se atribuye a los eventos en África del Norte y Medio Oriente, así como a operativos político-militares del Pentágono (DdD), la CIA y la OTAN, ahora en Libia, el treceavo exportador mundial de petróleo con 1.4 millones de barriles diarios (mbd), cuya producción se ve mermada y su ausencia se resiente por ser un crudo superligero, muy cotizado.
Si bien se reclama a la OPEP no aplacar los precios, la inquietud se torna zozobra ante la duda de que la capacidad ociosa (CO) que se le asigna de 4 mbd (de los que Arabia Saudita maneja entre 3 y 3.5 mbd) esté siendo rebasada: según la AIE en 2010 la demanda mundial creció 2.7 mbd y se prevé que aumetará 1.5 mbd en 2011, y otros 1.5 mbd en 2012 (The Economist, marzo, 2011). Ante esta inusual ampliación de la demanda y los límites físicos por el agotamiento del petróleo convencional (y otros recursos), se profundiza la escasez, impactando la naturaleza misma de la crisis capitalista, acicateando la conflictividad y las guerras, invasiones y ocupaciones por los recursos.
En México los efectos son profundos: nación petrolera que, según el gobierno, agregó en cuatro años 5.7 mil millones de barriles equivalentes a su reserva (por certificar), linda con Estados Unidos, importador mayor de crudo, cuya reserva llegó a su techo en los años setenta y que alienta, como notó Cuauhtémoc Cárdenas, la guerra preventiva y los contratos incentivados: asuntos nodales de cualquier programa político.
En 2008 PRI y PAN impulsaron una reforma
energética que abrió las tareas sustantivas de Pemex y sus campos petroleros al outsourcing y firmas tipo Halliburton, vinculadas al aparato de seguridad estadunidense. Esa hazaña antinacional se consumó cuando ya el esquema de guerra no convencional
del DdD, adoptado y perpetrado por Calderón bajo la noción de encontrar lo que tienen en común terrorismo y seguridad, y narco y seguridad
(Cable 06-MEX-3081) avanzaba en sus objetivos reales: la entrega
a Estados Unidos del proceso de toma de decisiones en materia de seguridad, la fragilización de la jurisdicción territorial y la desactivación de la función de defensa nacional, asignando a las FAM actividades de seguridad pública
, con graves e imprescriptibles violaciones al derecho penal internacional, y con desgaste de la base logística ante cualquier hipótesis de agresión externa.
Es un imperdonable error histórico que enluta, junto a más de 37 mil familias, a toda la nación. Un crimen de lesa patria bajo auspicio mediático de una oligarquía corrupta; de la Iniciativa Mérida y del Comando Norte de Estados Unidos, ente encargado de captar
, en medio del baño de sangre, la función de defensa nacional
. Todo a favor de la narco-potencia: primer consumidor de droga y de crudo, principal abastecedor de armas a cárteles y Ejército por igual, y lavadora mundial –junto a Londres– que impulsa su injerencismo sobre Pemex y la renta petrolera: sabe que en 2012 se finiquita la CO mundial y que en 2015 el déficit de petróleo podría llegar a los ¡10 millones de barriles diarios!
Al tiempo que Estados Unidos flexibilizó
el tráfico de armas a México en 2004, se intensificó el lavado de dinero, con leves sanciones al Wachovia Bank de Wells Fargo, por la transferencia de ¡378 mil 400 millones de dólares
! en pocos años, el periodo que, a decir de Ed Valliamy (The Observer, 3/IV/2011) ...coincide con la intensificación de la violencia a lo largo de la frontera, que accionó la actual guerra al narco
. Desde entonces, banca y operativos tipo rápido y furioso
agudizan caos y violencia, el caldo de cultivo para alentar impulsos demográfico-empresariales de corte secesionista/anexionista.
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