Domingo 3 de abril de 2011, p. a20
Imaginen a un hombre sin escrúpulos, enloquecido por el poder, dueño de un país. Convertida la nación en propiedad privada y sus habitantes en esclavos, sometidos a un régimen de terror, mutilados, asesinados. ¿Cuántos muertos? No cientos ni miles: cinco o 10 millones. Y por si fuera poco, imaginen que no es ficción sino la realidad que vivió el Congo a finales del siglo XIX.
Ante la indiferencia del mundo, allá por 1885 el Estado Libre del Congo o Estado Independiente del Congo estuvo bajo el yugo del rey Leopoldo II de Bélgica. La explotación del marfil y el caucho fueron el pretexto ideal para que el soberano diera rienda suelta a sus instintos depredadores.
Fue a principios de 1900 cuando la prensa europea y estadunidense comenzaron a informar acerca de los horrores en el Congo, en gran medida gracias a los cuatro textos que reúne este volumen.
El primero es una carta que el afroamericano George Washington Williams escribió a Leopoldo en 1890, en el cual le reprocha sus fechorías. El mensaje se publicó en forma de panfleto.
El segundo es un informe realizado por el cónsul británico Roger Casemment en 1903, espeluznante por la manera veraz en la que el diplomático narra lo que presenció: En esta aldea había muchos enfermos, más de lo normal en el momento de mi visita. Sufrían la enfermedad del sueño y, aún peor, la viruela. Ambas enfermedades han reducido en gran número la población
.
En tercer lugar está El crimen del Congo, de Arthur Conan Doyle, un escrito periodístico publicado en 1908.
Cierra El soliloquio del rey Leopoldo, de Mark Twain, escrito en 1905 en el cual presenta una caricatura del cruel monarca.
Título: La tragedia del Congo
Autores: George W. Williams, Roger Casement , Arthur Conan Doyle y Mark Twain
Editorial: Alfaguara
Número de páginas: 412
Precio de lista: 239 pesos