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Revuelta en Magreb y Medio Oriente
Al límite, la capacidad de Túnez para recibir refugiados

Unos 20 mil egipcios, bengalíes, chinos e iraníes se agolpan en la frontera para escapar de Libia

Kadafi dice en cadena nacional: el pueblo, feliz de defender su revolución y a su amado líder

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Miles huyen de Libia por la frontera con TúnezFoto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de marzo de 2011, p. 29

Ras Jdir, frontera Libia-Túnez, 1º de marzo. Libios miraban desde una ventana abierta en el puesto de inmigración a unos 20 mil trabajadores egipcios, bengalíes, chinos e iraníes apretujados contra la pared fronteriza. Los libios parecían muy quitados de la pena, asomados por la ventana, con las mangas de sus camisas arremangadas. Unas 75 mil personas han luchado y cruzado hacia Túnez, pero este martes el sistema en la frontera colapsó cuando miles de hombres, la mayoría árabes desesperados por escapar del Estado de Muammar Kadafi, lucharon contra ciudadanos tunecinos que los atacaron con palos y barras de hierro.

Muchos soldados arrojaron botellas de agua y pan a las masas de refugiados que comenzaron a saltar la pared fronteriza en su desesperación, usaron grietas en el muro para hacer pasar familiares y equipaje. Se acaban las frases hechas cuando se encuentra uno ante semejante caos y sufrimiento innecesarios. Insostenible, fue la palabra que llegaba a mi mente. La mayor parte de estas 20 mil personas han estado sin alimento, agua o sueño durante cuatro días. ¿Cómo es posible que haya tanto sufrimiento en un simple paso fronterizo?

Los oficiales se aparecieron con advertencias anodinas de una irrelevancia temible. Josette Sheeran, quien se regocija en el cargo de directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos miró este océano de humanidad y anunció: Estamos haciendo lo que podemos, trabajamos en esta situación. Nunca es demasiado tarde.... Pero lo era. Sheeran llegó con 80 toneladas de comida, en su mayoría panecillos de alto valor calórico que fueron arrojados por encima de la barda a la multitud una vez que ella se marchó.

Mucho más al grano; Firas Kayal, del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, echó un vistazo a los jóvenes tunecinos que golpeaban a los refugiados egipcios y señaló que la crisis había llegado a la frontera y que 14 mil refugiados habían cruzado la línea fronteriza sólo durante las 12 horas anteriores. La capacidad de Túnez de ayudar alcanzó su límite, afirmó. El miércoles llegarán dos vuelos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) llenos de tiendas de campaña para alojar a estas personas dentro de Túnez. Estamos ayudando a las autoridades y población locales a enfrentar la situación.

Lo que Kayal no dijo, desde luego, es que los hombres que golpeaban a los refugiados eran la población local.

Así continuó la situación durante todo el día; hombres aplastados contra la reja, rugidos animales que surgían de entre los miles que había atrás de ellos. Algunos perdieron el conocimiento y fueron trasladados sobre el muro y acostados uno junto al otro sobre la arena o en una lona instalada por médicos tunecinos.

Los desmayados se recuperaban gracias al agua y masajes que les daba el personal médico. Algunos simplemente se sentaron junto al camino, sacudían la cabeza y lloraban. Al atardecer, el ejército tunecino ya había trepado a la barda y cruzado varios metros dentro de Libia, para cubrir el muro con alambre de púas. Al caer la noche las autoridades de Túnez habían convertido el campamento más cercano en una ciudad de refugiados, y no faltaba el cinismo. Cuando los tunecinos llegan en barcos al sur de Europa, ustedes lo llaman crisis, me dijo con sarcasmo un médico. Pero cuando decenas de miles de egipcios cruzan nuestra frontera desde Libia ustedes les dan alimentos y se olvidan de nosotros.

De todas las anécdotas desoladoras de este martes ninguna es tan cruel como la de Adel Jumaa. Era un joven libio quien acababa de escapar por la frontera sur de su país hasta Túnez y habló de las fuerzas especiales libias en los puestos de control, de oficiales de policía de alto rango fusilados por el régimen, de gente en el oeste del país que quería librarse del coronel Kadafi pero no tenía armas y sentía demasiado miedo de dejar sus hogares. Libios que hablaron por teléfono con televisoras extranjeras fueron arrestadas y desaparecieron.

Dijo que hay un gran puente en las afueras de Trípoli y Kadafi ha instalado ahí docenas de misiles dirigidos hacia el este. Los agentes de seguridad revisaron mi auto unas 15 veces en puestos de control. Buscaban teléfonos celulares, tarjetas de recarga, cualquier cosa que tuviera que ver con comunicaciones.

Este horror surrealista quedó ilustrado con creces cuando, al regresar en auto desde la frontera, escuché al coronel Kadafi transmitiendo en cadena nacional desde Trípoli en el noticiero de las cinco de la tarde. Para quienes gusten de estudiar lo absurdo, he aquí lo que dijo: El presidente Barack Obama anunció que Al Qaeda controla Bengasi. El pueblo de Libia denunció las sanciones de la ONU. Un rey sudafricano habló por teléfono con el coronel Kadafi. Comités Revolucionarios protegerán al pueblo de los terroristas de un grupo bien conocido. Un comité independiente libio se ha instalado para investigar los recientes disturbios y averiguar por qué las organizaciones noticiosas extranjeras han dicho mentiras sobre Libia. El pueblo libio está feliz de defender su revolución, su histórico liderazgo, sus logros y a su amado líder. En Bengasi, la gente que provocó el 9/11 está asesinando y violando. ¡Ah, sí! Un imán denunció a todos los demás imanes, quienes criticaron al amado líder y a todas las cadenas informativas que denunciaron al mismo gran líder. Y luego, por línea telefónica, un reportero en Bengasi describió la crueldad de Al Qaeda hacia el pueblo de Libia.

©The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca