na vez más, para regocijo de nuestros ojos y oídos, y para beneplácito singular de nuestros atrofiados esqueletos, vino a México el dúo Tapage para presentar, en complicidad con el Cuarteto Latinoamericano (CL), el atractivo espectáculo titulado Dansaq.
¿Quiénes son Tapage? Son las coreógrafas y bailarinas Mari Fujibayashi y Olivia Rosenkrantz. ¿Qué hace Tapage? Como su nombre lo indica parcialmente, bailan tap. Pero eso es apenas parte de la historia. Hay en el trabajo de Tapage influencias del teatro antiguo japonés, de la danza clásica de la india, de diversas corrientes de la danza-teatro contemporánea, de la gestualidad de los cómicos del cine mudo y muchas otras cosas.
Con el Teatro de la Danza como escenario, Tapage y el CL ofrecieron un programa bailable-musical conformado por piezas de Piazzolla, Lee, Cardona, Álvarez, Revueltas, Sawai, Sierra, Vali, Torres Sáenz, Ibarra y Del Águila. El formato general de Dansaq es muy sencillo: el Cuarteto Latinoamericano toca, Tapage baila y el resultado combinado es muy atractivo, fundamentalmente porque las coreógrafas y bailarinas tienen buen sentido e intuición para reinterpretar con movimientos la esencia de la música.
Dansaq permite apreciar, entre muchas otras cosas, que Fujibayashi y Rosenkrantz conciben y realizan un trabajo de composición coreográfica e interpretación dancística en el que no se dejan llevar por la simple transliteración de los títulos o los contenidos evidentes de las piezas musicales, sino que realizan aproximaciones flexibles, variadas e intuitivas a cada partitura que abordan.
Dicho de otra manera: si bien no rehúyen del todo el enfatizar categóricamente con sus cuerpos y sus zapatos de tap algunos de los acentos de la música, tampoco caen en la rígida imitación por coincidencia, ese feo vicio que tanto en la danza como en el cine se conoce como mickeymousear.
Una y otra vez se ha señalado (yo mismo lo comenté hace algunos años en este espacio) que Tapage tiene como una de sus grandes virtudes la certera intuición que exhiben para seleccionar las músicas a las que aplican su trabajo de coreografía y danza. En el caso de sus colaboraciones con el Cuarteto Latinoamericano, es evidente que hay un trabajo conjunto en ese proceso de selección, un trabajo que en esta versión particular de Dansaq tiene como resultado una continuidad musical impecable.
Esta sesión de Dansaq a cargo de Tapage y el Cuarteto Latinoamericano inició con el pie derecho (es decir, con dos pies derechos), con una lúdica versión del Four, for tango, de Ástor Piazzolla, solfeada corporalmente por Tapage a la vera de los instrumentistas. De ahí en adelante, una interesante combinación de músicas de origen latinoamericano, iraní, chino y japonés, para cada una de las cuales Fujibayashi y Rosenkrantz crearon versiones coreográficas altamente individuales, y con características dinámicas y expresivas muy propias y muy definidas.
El punto culminante de la sesión, sin duda, una muy atractiva interpretación del Sensemayá, de Revueltas, realizada con la colaboración del percusionista Ricardo Gallardo, y bailada con una fascinante combinación de elementos rituales, sinuosos y mágicos, sin caer nunca en el pintoresquismo tropical ni en la tentación del realismo mágico decorativo. De hecho, algunas de las imágenes creadas por Tapage para su versión de Sensemayá son iconos visuales inolvidables.
Estas funciones de Dansaq sirvieron para reafirmar la excelencia musical y dancística de la mancuerna Tapage-CL, y ciertamente merecían una mayor asistencia de público. Dos aspectos son susceptibles de mejoría en el aspecto técnico de Dansaq.
Por una parte, una iluminación más eficaz y definida para dar volumen y presencia a las bailarinas de Tapage. Por la otra, un mejor trabajo en la amplificación del Cuarteto Latinoamericano, que por momentos sonaba como una versión local de Apocalyptica. Salvo la mejor opinión de sus muy numerosos fans, y entendiendo las necesidades del espectáculo, prefiero al CL unplugged.
