Unos 365 muertos y 5 mil 500 heridos en 18 días de protestas: gobierno
Jueves 17 de febrero de 2011, p. 26
El Cairo, 16 de febrero. El Banco Central egipcio exigió hoy el fin de las huelgas para garantizar la estabilidad de la economía nacional
, mientras trabajadores de la mayor empresa textil estatal retomaron un paro en demanda de mejoras salariales y en sus condiciones de trabajo.
Tras la dimisión del presidente Hosni Mubarak, el viernes pasado, estallaron huelgas en numerosos bancos de todo el país por la supuesta corrupción e incapacidad de los directivos. Muchos abrieron el domingo, pero otros cerraron por la huelga de trabajadores.
El Banco Central egipcio dispuso el cierre de bancos este martes y los días siguientes, aunque pidió que el próximo domingo abran sus puertas, y recomendó a los empleados bancarios elegir a 20 personas entre sus filas para conformar un comité de negociación y hablar de sus exigencias con los directivos.
A pesar de las advertencias del ejército contra las consecuencias desastrosas
de nuevos movimientos sociales, trabajadores de Misr Weaving and Spinning, la mayor fábrica textil de Egipto que emplea a 24 mil personas, reanudaron la huelga este miércoles, para reclamar un aumento salarial y mejores condiciones de trabajo.
En el Cairo las huelgas continúan entre empleados del aeropuerto internacional y personal del transporte público, del sector petrolero y de la televisión estatal, quienes se quejan de que sus sueldos son los mismos desde hace años.
Ciudades como Alejandría, Aswán, Qaliubiya y Suez, también han registrado protestas de trabajadores.
En tanto, el ministro de Salud, Sameh Farid, indicó que durante los 18 días de manifestaciones que culminaron con la dimisión de Hosni Mubarak, unas 365 personas murieron y 5 mil 500 resultaron heridas.
La Hermandad Musulmana saludó las decisiones de disolver el Parlamento y crear un comité para reformar la Constitución aceptadas por el ejército egipcio, aunque demandó pasos más reformistas como la liberación de todos los presos políticos, restructurar el gabinete de gobierno, destituir a todos los miembros de la seguridad estatal que torturaron, y el fin del estado de excepción vigente desde 1981.
Desde Washington, Robert Gates, el secretario de Defensa de Estados Unidos, dijo que las revueltas en Egipto y en otras partes de Medio Oriente requieren una respuesta diplomática y consideró difícil imaginar
la necesidad de una intervención militar.
Ante un comité del Congreso, donde la oposición republicana lucha por reducir gastos presupuestales, el almirante Michael Mullen, jefe de estado mayor conjunto, advirtió que sería temerario
reducir la ayuda castrense a Egipto.