Opinión
Ver día anteriorMartes 18 de enero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudadanos estadistas para 2012
F

rente al político inmediatista, el ciudadano estadista.

Trascender el voto nulo de 2009, poniendo a elección una propuesta de nación, un rumbo, un concepto construido con las voces de todos, con la experiencia común, con una voluntad colectiva. Votar por una propuesta para trascender la protesta, el escepticismo, el terror, el apoliticismo.

Para una visión ciudadana de Estado, el punto final no es 2012, sino el país de los 20 o 30 años que se está forjando en esta crisis nacional. Es una respuesta necesaria contra la negación de reformas en favor de la ciudadanía, es una estrategia contra toda la próxima manipulación partidaria que se ofrecerá como representante de los derechos ciudadanos, después de que todos ellos la frenaron.

Para un movimiento democrático de Estado la agenda no son los personajes que con un electorado insuficiente estará al frente del gobierno sorteando la paralización crónica que beneficia a la minoría poderosa que no busca certezas, sino ambigüedades, vacíos, polarizaciones insustanciales y dominio, sobre todo el cuerpo de la política, los medios, la sociedad y la economía.

Para los ciudadanos estadistas, la agenda es qué país tendremos en 20 años frente al cambio climático por el calentamiento global; el agua y la sustentabilidad de las grandes metrópolis; las fuentes de energía nuevas y tradicionales, como el petróleo; el trabajo y la producción interna; las relaciones financieras y económicas con el mundo global; las migraciones propias y las que cruzan nuestro territorio; la despenalización de las drogas y la reducción de su consumo; el tráfico de armas y la violencia; los monopolios actuales y leyes para la competencia y la concurrencia; medios para servir y educar entreteniendo; política fiscal justa; representación política desde una sociedad abierta y sin tutelas; la construcción de una cultura de legalidad; elección de gobiernos con legitimidad, mediante procesos verdaderamente autónomos; las nuevas formas de hacer política sin clientelismo ni manipulación de necesidades. Los ciudadanos estadistas deben ver el país de ahora como obra del país del futuro, no depositando la fe ciega en personajes, sino construyendo procesos colectivos de organización y pensamiento que se enlacen por la búsqueda de soberanía, justicia y el bien común del país.

Un ciudadano estadista no puede ser un ciudadano aislado, sino el que ve su beneficio personal o individual, en función de la situación general. Ese es un rasgo de conciencia política profunda, ver los derechos propios, no como se ve la punta de los pies, sino en función de lo que nos rodea y las condiciones para demandarlos, ejercerlos y sustentarlos, no con promesas, sino con condiciones reales.

Este año, como 2012, el calendario electoral marcará muchas expectativas e intereses. No obstante, 2009 nos enseñó que el actual esquema electoral está agotado ¿Cuántos años más de paralización e incertidumbre? ¿Cuántos años más de gobiernos débiles, aislados, y oposiciones mezquinas y ambiciosas por los despojos? ¿Cuánto más de una clase política cerrada y encerrada y una ciudadanía inerme, individualizada, manipulable?

El curso anacrónico de la restauración del viejo régimen, junto a las políticas neoliberales, pretenden suplantar con verdades a medias el fracaso de los actores actuales de la política. La clase política de hoy tiene especial cuidado en que en el proceso no haya sorpresas que cambien la actual situación de desorden y debilidad generalizada que les beneficia, pues así son ellos, los que se imponen frente a una sociedad confundida, dividida y desorganizada.

La construcción de una propuesta nacional a votar, independiente a todos los partidos, sólo se puede construir escuchándonos unos a otros, en igualdad de condiciones y estableciendo propuestas desde la visión ecológica, energética, educativa, económica, cultural, alimentaria, política democrática, agraria, migrante, las pequeñas y medianas empresas, lo fiscal, sindical, laboral, de los géneros, las edades, la seguridad, la despenalización de las drogas, la salud, los medios, el transporte, los servicios y la sustentabilidad de las metrópolis. Es decir, desde las diferencias, construir una visión integral y general.

Estando claros en que la coyuntura electoral constituye un remolino, los ciudadanos estadistas deben ver las implicaciones de un proceso electoral aislado, sobre el futuro nacional. Un movimiento ciudadano con visión de estadista, constructor de colectividades, necesita identidad propia, independiente con capacidad crítica, pero poniendo las propuestas al mando.

Una propuesta a votar sólo puede surgir de un proceso nutrido de otros muchos, surgidos del debate y el acuerdo, frenando toda visión despótica.

Muchas pruebas existen que el inmediatismo político tiene secuestrada a la política, los gobernantes, legisladores y partidos.

Sólo una movilización ciudadana, con visión de Estado, sustentando una propuesta, puede romper esta inercia que nos destruye y, por ahora, nos representa.