Formado por españoles y mexicanos, ha dejado a los connacionales sin voz ni voto: Martínez Veloz
Domingo 26 de diciembre de 2010, p. 21
Tijuana, Baja California, 25 de diciembre. El Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP), constituido por las empresas españolas Aena, Dragados, Concesiones de Infraestructura, SA, y los mexicanos Pal Aeropuertos, SA, y Promotora Aeronáutica del Pacífico (PAP) –beneficiarios de la privatización de las terminales aéreas que impulsó Ernesto Zedillo–, desde hace 10 años se niega a pagar impuesto predial al ayuntamiento de Tijuana.
En promedio, la terminal aérea recibe cada año entre 5 y 6 millones de pasajeros, y en la misma década ha generado ingresos por más de 6 mil millones de pesos. Su adeudo por concepto de impuesto predial asciende a 350 millones.
GAP ha evadido el pago de su obligación hacendaria, por lo que el ayuntamiento de la ciudad le puso una demanda judicial –la cual ganó– que obliga a los empresarios a desembolsar el monto referido, lo cual ha incumplido.
En el frenesí privatizador alentado por Ernesto Zedillo, el grupo aeroportuario formado por españoles y mexicanos se favoreció del control de las terminales internacionales de Tijuana, La Paz, Mexicali, Hermosillo, Los Mochis, Guadalajara, Los Cabos, Aguascalientes, Puerto Vallarta, Guanajuato, Manzanillo y Morelia.
Las enormes ganancias que ha generado el grupo a los dueños de Aena y Dragados por la administración de esos 12 aeropuertos ha provocado con el tiempo un conflicto económico con los accionistas y propietarios mexicanos, a quienes se les impide participar en la toma de decisiones de la empresa.
De por medio se encuentra el pago de dividendos por mil millones de pesos y una reducción de capital por 900 millones.
Las diferencias voraces por el dinero provocaron que Olegario Vázquez Raña –uno de los empresarios favoritos del ex presidnete Vicente Fox– y accionista en GAP decidiera separarse de la opacidad
en que se conduce el consorcio español.
En medio de aquella escisión entraron al quite los mexicanos Eduardo Sánchez Navarro, de PAL Aeropuertos, SA, y la empresaria dedicada al sector editorial Laura Diez Barroso Azcárraga, por la Promotora Aeronáutica del Pacífico.
A pesar de que el gobierno federal posee 85 por ciento del valor accionario en las empresas concesionadas y 15 por ciento se encuentra en manos de las firmas españolas, en el caso del GAP el control de los aeropuertos está en manos de los extranjeros, advirtió Jaime Martínez Veloz, quien sigue desde su origen las anomalías que cubren las actividades del grupo privado.
“En la conformación del GAP el socio mexicano original era el Grupo Ángeles, cuyo dueño es Olegario Vázquez Raña, quien se desligó de los españoles argumentando dificultades operativas. Y en una acción todavía inexplicable, el gobierno federal aceptó que el Grupo Holdinmex, socio mayoritario de Jugos del Valle –el mismo al cual se le regresaron más de 100 millones de dólares en 2001 y que fue asesorado en este asunto por un despacho cercano a Diego Fernández de Cevallos– sin ninguna experiencia en el negocio aeroportuario, fuera admitido como el socio mexicano estratégico en dicho grupo.”
Además, el gobierno de Zedillo concedió al GAP un plazo de 50 años, con posibilidad de duplicarse, y en el plan maestro autorizado para operar el Aeropuerto de Tijuana se establecía que entre 2000 y 2002 el concesionario realizaría una inversión por 131 millones de pesos, recursos que con dificultad aplicó hasta 2005.
A esto se suma que la Secretaría de Hacienda omitió la revisión del pago del TUA (Tarifa de Uso Aeroportuario) en Tijuana en el trienio de 2000 a 2002, con lo que la tesorería dejó de percibir alrededor de 7 mil millones de pesos, que fueron a parar a las arcas del GAP, insistió Martínez Veloz.
El proceso de licitación para concesionar o privatizar los grupos aeroportuarios fue sesgado, lleno de vicios, y se fue modificando de acuerdo con los intereses de los socios extranjeros, que con sólo 15 por ciento de las acciones se han quedado con el control total de la administración y de todos los recursos de las empresas. El negocio ha sido redondo: los socios extranjeros cobran por administrar, se autopagan altos sueldos y prestaciones, así como por su asistencia técnica, además de que se compran entre ellos los bienes y contratan las obras y servicios también de esa manera o con quien les convenga, manejan buena parte del flujo de dinero del aeropuerto en el exterior y además, se pagan dividendos sin haber cumplido las inversiones pactadas.