a crisis ha entrado en su cuarto año. La peor catástrofe económica desde la Gran Depresión ya ha tenido efectos devastadores para millones de personas. Esta crisis y su secuela son la prueba más clara y dolorosa del fracaso del capitalismo financiero que ha dominado la economía mundial en los últimos 30 años. Lo más probable es que el estancamiento y las altas tasas de desempleo durarán muchos años. Hoy más que nunca es crucial comprender la naturaleza de la crisis.
Desde el otoño de 2007, cuando las hojas de balance de los bancos estadunidenses revelaron los problemas en su cartera hipotecaria, las interpretaciones oficiales se cargaron hacia la hipótesis más fácil: se trataba de una crisis confinada al sector financiero. Esa interpretación es engañosa y es urgente criticarla.
Uno de los autores citados para justificar esta interpretación fue Hyman Minsky, un economista especializado en la inestabilidad financiera y los ciclos de auge y crisis en las economías capitalistas. Para Minsky, la crisis se gesta en la fase de tranquilidad
porque las expectativas conducen a asumir riesgos crecientes, tanto por las empresas como por los bancos. Eso conduce a un auge en las inversiones. Cuando las expectativas son desmentidas por el mercado, las cargas financieras adquieren mayor peso y algunas empresas comienzan a refinanciar sus deudas con mayor endeudamiento. Al final, se recurre al endeudamiento para financiar el pago de intereses y el sistema financiero se hace más frágil.
Finalmente, se generan cuellos de botella en el sector financiero o surgen presiones inflacionarias y eso conduce a incrementos en la tasa de interés. Aquí comienza a descoserse todo. Las empresas no pueden cubrir sus cargas financieras y proceden a vender sus activos, provocando una caída en el precio de dichos activos. La economía cae en un proceso de deflación y hasta una depresión es posible.
El análisis de Minsky tiene grandes limitaciones. Casi no dice nada sobre lo que pasa en el sector real (no financiero) de la economía. Por ejemplo, no explica nada sobre las fuerzas que determinan la evolución de la tasa de ganancia. Aquí es donde entra el análisis de Marx porque en su teoría la tendencia a la caída de la tasa de ganancia ocupa un lugar clave y ha generado debates interminables, tanto en el plano empírico como en el teórico.
Uno de los rasgos más interesantes de la economía estadunidense y de los principales países europeos es la caída en la tasa de ganancia a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Sobre este tema existen muy pocos estudios de autores en la academia tradicional, pero los análisis de corte marxista son abundantes, rigurosos y revelan una reducción muy importante de la rentabilidad del capital en Estados Unidos y los principales países europeos a partir de los años 60 hasta los 80. En la década de 1990 hay una recuperación en la tasa de ganancias, aunque no se vuelve al nivel de la posguerra.
Las causas de esta caída son motivo de un importante debate (y tema de otro artículo). Lo importante es que esa caída se ve acompañada del aumento en la tasa de inflación en los años 70 y del estancamiento en el crecimiento de los salarios reales. La interpretación es inmediata: los capitalistas incrementaron sus precios para compensar la reducción en la rentabilidad. Y como la evolución desfavorable de las ganancias frena las nuevas inversiones, esto explica el estancamiento con inflación de los años 70. Esa estanflación
se saldó con brutales incrementos en la tasa de interés que provocaron la crisis de la deuda de los años 80 a nivel mundial.
El capital reaccionó comprimiendo costos laborales por todos los medios disponibles. De aquí viene el endeudamiento de la clase media y trabajadora. Las empresas también aumentaron las cadencias e intensidad en la jornada de trabajo (por eso coexisten aumentos de productividad y estancamiento salarial). Procedieron a la flexibilización laboral a ultranza, con el contrate y despida
como lema, y recurrieron a la subcontratación y desplazamiento de empleos a otros países con menores costos laborales.
Las intuiciones de Marx sobre el capitalismo son demasiado importantes para dejar su teoría en el abandono. Lo más importante es su idea de que el principal obstáculo a la acumulación capitalista es el capital. Su enfoque permite integrar el análisis de la economía real con los fenómenos de la esfera financiera. Esto es importante porque la salida de la crisis requiere modificaciones profundas en el sector financiero, pero más que nada en las raíces del modo de producción capitalista. Como escribió Keynes, el capitalismo internacional, pero individualista, no es un éxito. No es inteligente, no es bello, ni justo. Y no produce los resultados que ofrece
. Keynes pensaba en su transformación profunda. Se necesitan iniciativas radicales para su remplazo.
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