l pasado 4 de diciembre, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, se presentaron las memorias políticas de Cuauhtémoc Cárdenas, como una contribución más contra el olvido, la reinvención de la historia y quienes pretenden hacer política sin raíces.
No se puede entender el presente y no se pueden reconstruir las bases del amplio movimiento democrático que permitieron los cambios y reformas del país sin reconocer antecedentes, actuaciones, compromisos y responsabilidades. Para Cárdenas, protagonista político central que permitió una de las etapas de mayor unidad de la izquierda, tanto en la acción de las elecciones de 1988 como luego con la formación del PRD, la valoración de los hechos y el largo recorrido desde entonces, sus memorias convocan al debate, la crítica, el balance y el reconocimiento de errores. Él expone sus juicios y actuaciones, no desde un plano de neutralidad, sino los que marcaron su convicción y sus compromisos.
Junto a sus apuntes hechos al calor de los conflictos y la incertidumbre, publica los documentos y discursos que fueron centrales en cada etapa del proceso de unidad de 1988, las elecciones, lo poselectoral, las posteriores candidaturas a la presidencia, los encuentros y desencuentros con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la familia y su relación con el legado del general Lázaro Cárdenas del Río.
Por su propio peso y retando a la memoria colectiva, a los testigos enmudecidos, la memoria derrumba la falacia de que no se tomó el poder en 1988 por un acuerdo con Carlos Salinas que planteaba como alternativa: ¿qué quieren a cambio del reconocimiento? Los hechos deshacen las mentiras de los insurreccionalistas que tomarían Palacio Nacional o Los Pinos y a los que Cárdenas con un discurso sofocó y convocó para que todos se fueran a sus casas.
Tanto la campaña de 1988 como los avances que la izquierda logró como avance y desarrollo en la correlación de fuerzas del país no se hicieron por acontecimientos aislados, sino por un proceso y una dirección que no dejaron de tener una visión de reformadora de mediano y largo plazo.
Las elecciones locales que marcaron al PRD como las de Tabasco, Baja California, Michoacán y Guerrero –por recordar sólo algunas– desataron la repuesta represiva y selectiva en las luchas municipales, pues al amplio movimiento social y político, urbano y campesino, de ancianos, jóvenes, mujeres e intelectuales, había que cortarle los pies y golpear arriba.
En el debate con Enrique Semo sobre su visión de la izquierda, se retoma y da respuestas a preguntas que se hicieron públicas sobre Cuauhtémoc Cárdenas y que Heberto Castillo preguntaba: ¿dónde estabas en 68?
Las opiniones se extienden a 1952 y la campaña de Miguel Enríquez Guzmán, la de Lombardo Toledano, las relaciones del Movimiento de Liberación Nacional y el Partido Comunista, el Frente Electoral del Pueblo, la presencia de Lázaro Cárdenas y de él en cada conflicto, defendiendo a los presos políticos y en el hilo delgado de los equilibrios, la legitimación de posiciones opositoras, sin romper con el cauce de las instituciones surgidas de la Revolución Mexicana… Hasta 1988, en que Cuauhtémoc, al frente de la Corriente Democrática, rompe con el PRI y establece desde su proyección y su fuerza la unidad con la izquierda mexicana, llena de méritos, esfuerzos, aportaciones, pero también de errores, sectarismos y defectos.
En sus memorias se plantea el contexto de la respuesta a Elena Poniatowska sobre su idea de la derrota de 2006 a causa de la envidia
de Cuauhtémoc Cárdenas y el subcomandante Marcos y que no fue respondida nunca, salvo con insultos y chiflidos provocados.
Pese a la enorme herencia del cardenismo histórico representado por su padre, Cuauhtémoc Cárdenas no sólo se forjó una identidad propia, una obra política y un programa con los de su tiempo, sino que también ha marcado hacia su familia y en particular hacia sus hijos Lázaro y Cuauhtémoc, que actúan bajo la libertad de sus propias responsabilidades y decisiones.
Bajo la fuerza de la memoria, los actores y protagonistas de hoy tienen un espejo. Hay materia prima para avanzar en un juicio colectivo, sobre los avances reales y los desvíos, sobre los errores y lo que impide que hoy, frente al deterioro del país y su conducción, que la izquierda mexicana se presente unificada y coherente, como una opción para México.
No obstante, la respuesta es parte de la crisis política e ideológica: a la memoria le acompaña el silencio. En estos tiempos, en que la información (incluso la que viene como filtración) se convierte en un peligro para la estabilidad del imperio, el desdén por la memoria, la crítica y el debate de fondo, más allá de lo electoral y candidaturas, es el verdadero peligro para el poder, que impide una salida y una reconstrucción de la identidad del país.
Hoy las memorias de Cuauhtémoc Cárdenas, tituladas Sobre mis pasos, son otro aporte para convocar a la congruencia y el avance. Es materia prima, para sumar juicios y reconocer el carácter de proceso y que cualquier movimiento debe partir de reconocer su historia.
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