Bertha Kolteniuk publica libro alusivo a 10 años de trayectoria
en una metáfora de la nieve
Martes 23 de noviembre de 2010, p. 5
Para documentar 10 años de trabajo la artista Bertha Kolteniuk (DF, 1958) acaba de publicar el libro Chrome, gracias a una beca de Proyecto y Coinversiones del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
El volumen, que contiene textos de Luis Rius Caso, Gabriel Santamarina y medio centenar de fotografías, fue presentado en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.
El periodo que cubre, de 1999 a 2009, fue de muchos cambios en su vida y obra, ya que en 1997 por razones de índole familiar se fue a vivir siete años a Estados Unidos: tres a Dallas y cuatro a Washington.
Todavía un año después realizó la exposición Urdimbre, con collages de hilos sobre papel, en la Librería Pegaso de Casa Lamm.
Kolteniuk, quien siempre había sido pintora, estaba a la búsqueda de un material que diera más volumen en su obra. Entonces pensó que el yeso podría servir para ese propósito.
Descubrir ese material coincidió con un viaje a Colorado, donde, por vez primera en su vida, vio la nieve en toda su magnitud.
Me enamoré; la nieve me transformó y, bueno, sigo, nunca se me quitó. Cuando regresé a mi taller todo lo que había pensado hacer con el yeso ya estaba contaminado de alguna manera por estas imágenes de la nieve; entonces, mi trabajo giró hacia esta experiencia. El yeso se convirtió en una metáfora de la nieve.
En un principio creó collage de telas e hilos al yeso, pero poco a poco se fue desprendiendo de elementos porque sentía que era tan bello, tan blanco, tan vacío, tan limpio
, hasta que se quedó sin nada. Entonces empezó a trabajar yeso sobre yeso, pues hundía trozos de yeso seco en el yeso fresco
.
Durante su estancia en Dallas, la cual describe como traumática, debido al choque cultural experimentado, también se percató del hoyo en la capa de ozono, del desprendimiento de los glaciares, gracias a programas de National Geographic. De allí que presentó la exposición Antártico en el Instituto Cultural de México en San Antonio, donde mostró por primera vez sus yesos.
En Washington vivió otra transformación maravillosa
, afirma, porque le tocó ver el cambio de las estaciones.
El color naranja de las hojas de otoño le dio ganas de reproducirlo en su obra. Cuando Kolteniuk pintaba se consideraba una artista de color, ”pero sin tener la conciencia específica muy clara de qué tipo de color o por qué”. Vivir el cambio de las estaciones despertó en ella el deseo de regresar al color, pero no como pintaba antes.
Chrome contiene la historia del regreso de Kolteniuk al color.