Cultura
Ver día anteriorSábado 30 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Disquero
Afrocubismo: músicos de Mali y Cuba redactan poesía
Foto
Foto
Foto
Foto
Periódico La Jornada
Sábado 30 de octubre de 2010, p. a16

Hay música que de tan hermosa hace llorar.

El inicio y el final del disco Afrocubismo tienen esa rara virtud de convertir lo sublime en lágrimas.

Músicos malienses y cubanos, juntos, hacen poesía.

Toumani Diabaté hace sonar ese artefacto tan primitivo como doméstico y canoro: la kora; mientras la voz de Kasse Mady Diabaté forma en el aire enjambre de encantamientos; junto a él, Bassekou Kouyate parece entretenerse con una tela de araña en medio de la noche en la sabana, cuando en realidad es un instrumento musical, el n’goni, donde quedan atrapados los sueños. Juntos en sus manos, el n’goni y los sueños, suenan.

Lassana Diabaté, al escuchar eso, despierta una manada de bisontes en celo que trepidan sobre el vello púbico de la estepa que tiembla en el balafón, ese otro artefacto sonoro que más que música produce sortilegios. Djelimady Tounkara se encarga entonces de dibujar una tormenta eléctrica bajo el azul celeste. Cupido en África, su carcaj cargado de flechas amorosas es guitarra eléctrica, preñada, en preparación de amamantar, vestida todavía con su vestido de boda, rojo con blanco. La guitarra nívea/roja de Tounkara vuela ahora como auriga griega por encima del sonido que mecen sus compañeros, pues ya para entonces la sinfonía que suena tiene al escucha flotando sobre un lago manso de embeleso.

Baba Sissoko, entonces, inventa un alfabeto percutido en su tambor parlante, o talking drum, como lo bautizaron acertadamente los musicólogos ingleses: más que hablar, este tambor platica. Y nos narra gestas antiguas, fastos viejos, fiestas de vestidos de colores, danza y plenitud, que Fatoumata Diawara se encarga de redactar en sonidos en el coro.

Ellos son los malienses. En sus manos morenas nacen gacelas, duermen tigres de bengala, palpitan colibríes.

Eliades Ochoa encabeza la hermandad por la parte isleña en voz y guitarra prima, y eso anima a José Angel Martínez a acariciar las caderas de una mujer desnuda y en lo oscuro: su contrabajo. Gestos de aprobación son activados entonces por Eglis Ochoa en maracas, güiro y también montado en pleno coro, a lo cual contesta Jorge Maturell con pregones antiguos en tumbadoras, bongoes y cencerro. Dos trompetas, un violín. He aquí a los cubanos, en acción.

Además de una obra de arte, el disco Afrocubismo es la culminación del sueño que soñaron en 1996 el productor británico Nick Gold y el guitarrista californiano Ry Cooder. Un problema de visas obligó a un cambio de planes del cual nació toda una gesta: Buenavista Social Club, pues Compay Segundo, Omara Portuondo, Rubén González, Ibrahim Ferrer, et al, acudieron en ayuda de Eliades Ochoa para completar la epopeya que La Jornada narró desde su nacimiento y ha seguido muy de cerca, gracias al trabajo ejemplar, bello, de Mary Fahrquarson y Eduardo Llerenas, artífices de Discos CoraSon.

Gracias a ellos, es decir a Nick Gold, Ry Cooder, Mary Fahrquarson y Eduardo Llerenas circula en México una novedad discográfica que nadie puede dejar de escuchar. De tan hermoso, el disco hace llorar, de tan sublime.

En el track final, la guitarra de Eliades, el n’goni de Bassekou, la kora de Toumani, se sientan a trialogar en un simposio sin era ni medida, sin espacio ni tiempo. Los parámetros son los de la poesía pura: cuerdas enlazadas, entrelazadas. Belleza inenarrable. Esto y el adagio del Concierto 21 de Mozart, o el adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler, son lo mismo. Porque son poesía.

Uno no puede contener el dulce, manso llanto, ¿se llama llanto ese correr de gotas tibias a lo largo del puente de la nariz? Creo que más bien debería llamarse El Fluir. El concepto budista de el fluir: cuando uno experimenta la intensidad de la vida y sus misterios en un instante solo: lo que dura el disco Afrocubismo, cuyo contenido confirma que en este mundo tan real, tan duro y cruel, también existe lo bello, lo noble, lo sublime, tanto que se vuelve lágrima.

Afrocubismo: sinónimo de felicidad.