Siembran en el FCE un árbol en memoria del poeta
Sábado 30 de octubre de 2010, p. 6
Un joven roble continuará la vida que aún no termina del poeta Alí Chumacero. El siempre había dicho que viviría 200 años, y a los 92 que acumuló hasta la semana pasada se sumarán los muchos que vivirá el árbol que ayer se sembró en su honor en los jardines del Fondo de Cultura Económica (FCE), donde trabajó como hacedor de libros durante seis décadas.
La ceremonia fue encabezada durante la mañana por el director del fondo, Joaquín Díez-Canedo, y a ella asistieron hijos, nietos y otros familiares, amigos y lectores del autor de Palabras en reposo.
Tras las palabras, el roble fue plantado por tres trabajadores y enseguida Díez-Canedo, familiares y aistentes echaron, cada quien, una paletada de tierra húmeda.
Pasaron a sembrar la nueva vida del poeta sus hijos Luis, Alfonso, María, Guillermo y Jorge, sus nietos Luis Guillermo y Gabriel, y también escritores como Gonzalo Celorio y Raúl Renán.
Desde su foto colocada en un atril, al pie del árbol que ya era, Chumacero observaba la escena, una ceremonia muy parecida a la de un entierro, pero más entonada en el recogimiento que en el dolor todavía reciente, más en el enterramiento de una vida vegetal que crecerá con los años, que en el sepultamiento de una que ha concluido.
Tributo en la FIL de Guadalajara
Este árbol que se siembra en memoria de Alí Chumacero pronto tendrá la sombra y la robustez del poeta, dijo el director del FCE, y se refirió al también editor como un maestro que enseñaba la importancia de la lectura y del trabajo, el valor de la camaradería, una visión crítica y comprometida con el desempeño profesional.
Luis Chumacero dijo que las cenizas de su padre aún permanecen en el domicilio familiar, pero que serán llevadas a la iglesia de San Angustín, en Polanco, para que reposen junto a las de su esposa.
Agregó que pronto revisará algunos textos que dejó el escritor para decidir su posible publicación y que se le rendirá otro homenaje durante la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
Al final el árbol-poeta quedó bien plantado en los jardines de la casa editorial. Y el largo aplauso de los muchos presentes parecía más una bienvenida que una despedida.