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Reporteje/50 años de bloqueo

Venezuela, China, España y Canadá, los principales mercados para la isla

Pese al boicot, Estados Unidos es el quinto socio comercial de Cuba

La Habana inició la compra de productos en 2001 con la Ley de Impulso a Exportaciones

La forma de pago, de contado y por adelantado, incluso antes de que el barco sea cargado

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Escena en un mercado de la periferia de La HabanaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 24 de octubre de 2010, p. 27

La Habana, 23 de octubre. Piezas del pollo de la canasta básica subsidiada, la harina del pan de todos los días, las uvas para la cena de fin de año y hasta el jugo de naranja agria con el que se condimenta la carne de cerdo han llegado a la mesa de los cubanos en la última década desde Estados Unidos.

Parece todo sencillo, pero importar esos productos requirió una logística financiera desmesurada, sin comparación con las prácticas más proteccionistas, debido a las limitaciones que mantiene Estados Unidos a los negocios con Cuba.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), las ventas agrícolas de Estados Unidos a Cuba fueron de 675 millones 420 mil dólares en 2009, con lo cual ese país resultó el quinto socio de la isla, debajo de Venezuela, China, España y Canadá.

Ese flujo se inició en 2001, gracias a la Ley de Impulso a las Exportaciones y Reforma a las Sanciones Comerciales, que se aprobó un año antes, y que desde entonces es la mayor rendija en el andamiaje legal del bloqueo estadunidense a la economía cubana.

Fidel Castro dijo que Cuba no compraría ni un grano de arroz bajo esas condiciones. Sin embargo, el ataque del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, y el huracán Michelle en Cuba en noviembre de ese año, cambiaron el escenario de la confrontación entre los dos países.

Castro condenó rápidamente el atentado y ofreció al gobierno de George W. Bush –con mucho uno de los más hostiles contra La Habana– el apoyo necesario para el tráfico aéreo de emergencia.

Al paso del meteoro, y aún bajo ese clima de distensión, Bush ofreció ayuda humanitaria. Sería mejor, declaró entonces el gobierno cubano, escogiendo las palabras con pinzas, que se permitiera la aplicación de la ley de 2000. Así ocurrió.

En diciembre de 2001 llegó el primero de los cientos de barcos que han entrado desde entonces a puertos cubanos, con productos agropecuarios adquiridos por la empresa Alimport a sus proveedores estadunidenses.

En esa forma Estados Unidos entró a la lista de suministradores de Cuba, se ubicó en la parte alta y se convirtió en el principal proveedor de alimentos de la isla, a pesar de que no hay una corriente comercial en sentido contrario. Las compras cubanas son muy variadas, pero se han centrado en maíz, trigo, pollo entero y en cuartos y variedades de soya.

Los obstáculos principales se concentran desde entonces en la forma de pago. Según la ley, Cuba tiene que liquidar esas compras de contado y por adelantado, algo peor que cualquiera de las prácticas más onerosas que pueden encontrarse en el comercio mundial.

La fórmula se endureció más todavía, cuando en 2005 la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro la interpretó hasta el último límite. Resolvió que ya no podría usarse –como hizo Alimport en los primeros años– una carta de crédito confirmada por un banco europeo, que se despachaba al proveedor estadunidense cuando el barco estaba navegando rumbo a la isla.

A partir de entonces, de contado quería decir exactamente eso: un documento cobrable a la vista; y por adelantado, que el papel estuviera disponible para el proveedor antes de que el barco cargara la mercancía. A eso había que añadir la circunstancia de que Cuba no puede emplear dólares estadunidenses en sus operaciones comerciales, por lo que los importadores tenían que hacer malabarismos financieros para cumplir las exigencias de ese momento.

Con Barack Obama y la mayoría demócrata en el Congreso las condiciones de pago volvieron a su estado anterior, con una enmienda legislativa aprobada en 2009 y refrendada por el mandatario.

En un informe a Naciones Unidas sobre el bloqueo económico, la cancillería cubana recordó este año que persisten obstáculos como los costos adicionales de almacenamiento o sobrestadía que debe cubrir Alimport debido a trabas burocráticas y las limitaciones de viaje a los negociadores cubanos, entre otros. Sólo entre 2009 y 2010, Alimport perdió 102 millones de dólares por riesgo-país y costos financieros por la forma de pago, según el reporte.

Sin abandonar sus compras a Estados Unidos, Cuba está aumentando sus importaciones agropecuarias en otros mercados (Brasil, Canadá, China, Vietnam), pese a que tiene a su primer proveedor a 48 horas de travesía marítima.

Después de alcanzar un pico de 711 millones de dólares en 2008, las compras cubanas a Estados Unidos cayeron en 2009 en 26 por ciento, según los informes de la ONE. Adicionalmente, en el primer semestre de este año hubo otro retroceso de 28 por ciento, sobre el mismo periodo del año anterior, para llegar a unos 220 millones de dólares, de acuerdo con un informe del Consejo Económico y Comercial Cuba-Estados Unidos, un grupo de análisis privado, con sede en Nueva York.

El descenso puede explicarse en la desaceleración de la economía cubana, su crisis de liquidez, las opciones crediticias que encuentra en otros proveedores y el consecuente aumento del peso relativo que tienen los obstáculos de la ley estadunidense en las operaciones agrícolas, a pesar del vivo interés de los proveedores en el mercado cubano.

Investigadores del Centro de Estudios de América del Norte de la Universidad Texas A&M están siguiendo este fenómeno desde hace años. El más reciente informe concluyó que las exportaciones estadunidenses a Cuba en 2009 implicaron una actividad comercial asociada de mil 600 millones de dólares y ocuparon 8 mil 600 trabajadores en Estados Unidos.

El informe partió de una venta de 528 millones de dólares. La diferencia del dato con la ONE puede deberse a que los registros cubanos suelen hacerse con base en el precio de la mercancía puesta en puerto local.

La remoción de los principales obstáculos al comercio agrícola entre los dos países representaban unos 365 millones de dólares adicionales en ventas directas, con mil 100 millones en operaciones adicionales asociadas y 6 mil nuevos empleos, según el análisis.

El entorno de negocios que se favorece colateralmente de esas ventas radica en los sectores de servicios financieros, inmobiliarios, comercio al mayoreo y al menudeo y salud, según el estudio del equipo que encabeza el economista Parr Rosson.