Opinión
Ver día anteriorLunes 18 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ruta Sonora

Festival Campeón... sin Corona

G

racias a que sigue teniendo gran vigencia la música tanto de la aclamada banda estadunidense Pixies como la de la inglesa Echo and the Bunnymen, el festival Corona Capital, efectuado de las 12 a las cero horas del sábado en la Curva 4 del autódromo Hermanos Rodríguez, con aires de Coachella en vías de desarrollo, convocó a 80 mil jóvenes, en su mayoría veinteañeros, a pesar de que dichos grupos, ahora de culto, tuvieron su momento en los años 80 y 90. Con todo y que la evacuación de la gente al final pudo ser una trampa (no pasó a mayores) y que escaseó la cerveza en un festival patrocinado por una cervecera, el rock brilló en su esplendor, directo, punketo y desmadroso.

Pixies: sueño cumplido

Como algo que parecía imposible, tras rumores sobre una posible actuación en México en 2004, Pixies cumplió el sueño de miles de amantes de su rock-punk irónico y rabioso. Lejos de las malas vibras respecto de si los titulares del cartel sonarían decadentes, tanto los encabezados por Black Francis como los liderados por Ian McCulloch sonaron impecables, pertinentes, cual sin fecha de caducidad, para dar lecciones de lo que el rock melódico, explosivo y antisolemne, o el rock melancólico, oscuro y sincero, puede llegar a ser. Por su parte, los neoyorquinos de Interpol, emuladores de Echo and… y de Joy Division, sonaron prístinos y tuvieron gran eco, por ser más recientes, aunque a la larga aburrieron. Los ingleses de James y su alegre folk-rock-pop pusieron de buenas a un amplio séquito de noventeros bailadores.

Algunas fallas

Entre las 12 y las 18 horas, un sol despiadado resecó las pieles y gargantas de un bien portado público clasemediero, cargado de vibra entusiasta pero tranquila, harto fumadora de cannabis. Era un público gustoso de la música no prefabricada, cargado con el cosmopolitismo que hoy genera ser un internauta asiduo. Las intenciones de sus organizadores por emular festivales como el de Coachella eran obvias, pero ciertas fallas evidenciaron que aún les falta: hubo una salida única, largo embudo que generó gran atolladero humano; el escenario principal tenía mala visibilidad, mientras el secundario era idóneo para ser central por su amplia y circular visibilidad; la cerveza escaseó pronto. Hecho curioso es que nunca hubo señal de celular y se vio a mucha gente perdida, gritando nombres. Con todo, los escenarios estaban cerca entre sí, y las actuaciones estaban coordinadas como para no encimar horarios; el audio en general fue bueno.

Foto
Black Francis, vocalista de PixiesFoto Roberto García Ortiz

Respuesta del público

De entre las demás bandas, tuvieron mejor respuesta las locales y/o en español que las extranjeras: Le Butcherettes, Adanowsky, She’s a Tease, Furland (magníficos), Napoleón Solo, Triángulo de Amor Bizarro. De los internacionales, Regina Spektor y su piano resultó exquisita; Foals y su pop ambicioso cumplió nomás; Temper Trap, White Lies y Minus the Bear, dos que tres.

Público mesurado

Pero cuando la luna de la tarde-noche se puso en lo alto, McCulloch la señaló para junto con sus ya no tan muchachos, desgarrar las almas de un público mesurado pero atento, con sus viejos y subterráneos temas de sonido único: Never Stop, The Cutter, Villiers Terrace (con cover a Roadhouse Blues de The Doors), 7 Seas, Do it clean, Nothing last forever (con cover a Walk on the Wild Side de Lou Reed), Killing Moon, Lips like sugar. La actitud despreocupada y desprolija del cantante, reafirmó su personalidad oscura y maldita.

Buenas noches

Y todavía no terminaba su set Interpol, cuando Bone Machine sonó en manos de Black Francis y Joey Santiago; el neoyorquino Paul Banks dijo: Nos vamos porque ya empezaron los Pixies. Los coros desenfrenados no tuvieron descanso durante hora y media: Wave of mutilation, My Velouria, Monkey gone to heaven, Here comes your man, Isla de Encanta, Caribou, La la Love you, Something against you, Debaser, Hey, Vamos, Tame, Where is my mind?, Gigantic. Los alaridos de Francis, quien con su corpazo parecía un gran marrano en matadero, erizaban la piel, al frente del punk total de unos nerds que nunca se disfrazaron de punks. Kim Deal se despidió pidiendo que cada integrante dijera buenas noches en español, lo que hicieron uno a uno, incluido el baterista David Lovering: los cuatro mismos desde 1986. Francis regaló algunas palabras en castellano para al final despedirse visiblemente emocionado… tanto, que en su Twitter oficial pegaron un video grabado desde escenario, con la emotiva despedida que les dio el público mexicano: http://fb.me/yIeCsERC Amén.