El músico mexicano promueve en Europa su nuevo disco
Miércoles 6 de octubre de 2010, p. a10
Londres, 5 de octubre. Ya soy inmortal. Cuando me veo a mí mismo, cómo me trata la gente, me parece supraterrenal
, afirma en entrevista el mexicano Carlos Santana, en Londres, durante su gira por Europa. El veterano maestro reinterpreta en su nuevo álbum los clásicos inmortales de la historia del rock, como Whole Lotta Love, de Led Zeppelin, o Smoke On The Water, de Deep Purple.
En el disco Guitar Heaven: The Greatest Guitar Classics of All Time, también incluye un homenaje a John Lennon cuando se cumplen 30 años de su muerte, con el éxito de los Beatles Mientras llora mi guitarra.
–¿Dónde está el paraíso de las guitarras
(guitar heaven)?
–Eso se palpa muy bien cuando uno escucha con suma satisfacción todo el jardín del Edén. He aprendido mucho sobre la felicidad que llega cuando se supera el miedo.
–¿Por qué el miedo está tan presente para muchos músicos de hoy?
–“Porque todas las emisoras se apoyan en el miedo. Violencia, miedo, violencia, miedo. Es aburridísimo. En la vida hay mucha belleza y pobreza. Yo escucho las palabras de genios como Einstein, que dijo que la fantasía es más importante que el saber. Gracias a la fantasía, Bob Dylan, John Lennon, Marvin Gaye, Miles Davis y Louis Armostrong han logrado ser inmortales. Algunos apuestan por el miedo; nosotros, los músicos, apostamos por el amor y la felicidad, que son creativos y poderosos. El leitmotiv del miedo es la búsqueda sin posibilidad de hallazgo.
El sonido que hago se reconoce desde el primer acorde
–¿Mediante el amor y la felicidad también usted será inmortal?
–Ya soy inmortal. Cuando me veo a mí mismo, cómo me trata la gente, me parece supraterrenal. Muchos niños me miran como los hombres veían a mi padre. Lo habían divinizado. Murió en 1997, pero se sigue hablando de él. No quiero parecer un ególatra, pero el sonido que hago se reconoce desde el primer acorde. Una cosa es la popularidad y otra que la gente lo quiera a uno. Quiero seguir siendo un hijo de Dios, no un rey de los guitarristas de rock latino.
–Pero con 100 millones de discos vendidos y 13 Grammys, lo es.
–Eso me da igual, no me afecta. Me da igual lo que el público piense de mí durante los conciertos. Mi hija me dice que cuando estoy en el escenario se me ve de otra manera y con otra energía. En casa no hay Santana. Vivo libre y en la verdad. Es muy sano ser una persona en lugar de una personalidad. No quiero tener siquiatra.
–Según su hija, es distinto sobre los escenarios. Cierra los ojos, mira al cielo. ¿En qué piensa cuando toca?
–Pienso en no pensar. En no pensar como una máquina (...) Sobre el escenario respiro profundamente y confío en lo que he aprendido. Como mucho, pienso en notas jugosas.
–De niño su padre le regaló un violín. ¿Influyó a la hora de tocar la guitarra? A veces parece como si tocara el violín con ella.
–Qué lindo cumplido. Me gustan las melodías y con el arco del violín uno puede mantener durante mucho tiempo una nota. Tanto en el violín como en la trompeta, a veces uno tiene que mantener mucho tiempo una nota para profundizar en ella. Es como cuando quieres a alguien y cuando lo vuelves a ver después de mucho tiempo le das un fuerte abrazo. Las notas son como las personas. A veces hay que visitarlas.
–En su disco están los grandes guitarristas de todos los tiempos. ¿Por qué en estos momentos se mira tanto hacia atrás?
–Aquellos tiempos tienen mucho peso. Los años 60 del siglo pasado fueron un salto en la conciencia humana: Mahatma Gandhi, Malcolm X, Martin Luther King, el Che Guevara y la Madre Teresa hicieron la revolución de las conciencias. Los Beatles, The Doors y Jimi Hendrix crearon temas sobre revolución y evolución. La música se parecía a Dalí, con muchos colores y sentidos revolucionarios. Los jóvenes de hoy deben pasar por ahí para encontrarse a sí mismos.
–¿Se ha encontrado a sí misma Lady Gaga?
–En los años 60 también tuvimos nuestras Ladies Gagas. Hay música para entretenerse y para reconfortar. Ninguna está mal, todo tiene su razón de ser. Da igual que sea Kiss o Lady Gaga, Alice Cooper o David Bowie o Elton John: todos llegan a los corazones de la gente, y con ello son igual de fuertes.