El partido terminó en conato de bronca por la rispidez con que se jugaron los minutos finales
Los Cementeros acabaron con una racha de siete años sin vencer a las Águilas
El técnico Enrique Meza no echa las campanas al vuelo
Confundimos rapidez con precipitación: Lapuente
Lunes 4 de octubre de 2010, p. 2
Cruz Azul encontró en su casa el amuleto para romper el embrujo con el que lo tuvo el América durante siete años, cuando ayer venció 1-0 a los de Coapa, y convirtió en un manicomio el coso de Insurgentes, en el cotejo que estuvo a punto de terminar en batalla campal por la rudeza de las jugadas en los minutos finales.
El llamado clásico joven empezó 10 minutos tarde, pero calientito, con fuerza, mas no rudeza. Ambos cuadros abrieron acciones con velocidad e intentonas de llegar a la meta contraria, con jugadas que a ratos el silbante Marco Antonio Rodríguez debió parar en seco y hasta amonestar, como al minuto cuatro, cuando Matías Vuoso se lanzó un clavado y lo pintaron de amarillo.
Los Cementeros buscaban armar con serenidad, pasando el esférico por las piernas de Gerardo Torrado, como la llegada de Emanuel Villa, al 17, cuando ingresó al área de Ochoa, quien debió exponerse para achicar sin pensarlo demasiado y lograr enfriar las acciones.
Por emociones no pararon los asistentes al estadio Azul. El argentino Christian Giménez tuvo una inmejorable oportunidad al 30, cuando ingresó a toda velocidad al patio de Ochoa, quien de nueva cuenta salió para cerrar el ángulo de tiro y desvió a un lado, ante los gritos de decepción de los seguidores celestes.
Por los visitantes, Ángel Reyna desde la derecha mandó un centro raso que nadie pudo rematar, en una de las constantes llegadas que el América reiteró con un ingreso por la izquierda de Vicente Sánchez a la parcela de Yosgart Gutiérrez, quien de milagro salvó su meta, ya que el uruguayo cruzó demasiado el disparo.
Cruz Azul buscaba una y otra vez. Insistía en tratar de revertir la historia y a punto estuvo de abrir el tanteador, cuando Javier Orozco tuvo en sus botines la oportunidad al 42, pero Ochoa mostró con el puño sus cualidades para alejar el peligro de su portería. Sin más, se fueron al descanso del medio tiempo.
En el complemento aumentó el calor no sólo por las acciones sobre el césped, sino por el sol que volvió a salir con fuerza, así, las llegadas de los azules fueron en dos ocasiones a profundidad y en la tercera el argentino Chaco Giménez, desde fuera del área, soltó un cañonazo para abrir el marcador 1-0 y fijar desde el minuto 52 lo que a la postre fue la hazaña para romper el maleficio americanista.
Los visitantes no bajaban las manos, pese a que habían perdido el dominio de las acciones y estaban abajo en el marcador, lo cual les inyectó fuerza para buscar la igualada, que estuvo a punto de caer al 60, cuando Daniel Montenegro soltó un disparo que Yosgart alcanzó a mandar a tiro de esquina, y la insistencia de Reyna, que disparó apenas desviado por el poste derecho.
El grito azul-azul-azul
y el sonido de los tambores impulsaban desde las tribunas a los anfitriones y daban ánimo a Yosgart.
Emanuel Villa trabajó un ataque que lo condujo hasta el área chica, a unos metros de Ochoa, pero con la oportunidad de pasar o fusilar, simplemente puso el balón al alcance del portero para perdonar la segunda anotación.
A los 44 minutos, luego de un leve conato de bronca promovido por Reyna, Ochoa se unió al resto de su equipo que esperaba un tiro de esquina para tratar de cambiar la historia, pero ya estaba escrito el final con el triunfo de La Máquina para romper así la hegemonía.
Segundos después, otro forcejeo entre los jugadores hizo que el nazareno amonestara al por mayor y mostró la roja directa a Óscar Rojas. Vino el silbatazo final para que estallara la alegría en las tribunas.
En la reunión con los medios, el técnico del Cruz Azul, Enrique Meza, fue cauto al apuntar que la victoria tiene un significado especial “por la ausencia de triunfos ante el América.
“No me gusta echar las campanas al vuelo (…) hoy nos tocó ganar”, puntualizó.
Manuel Lapuente aceptó que al América le faltó calma: quisimos atacar con mucha desesperación y cuando la tuvimos confundimos rapidez y velocidad con precipitación, y eso se paga
. La derrota le dejó un sabor muy amargo
, pero dijo que volverán a empezar de cero, porque no ha pasado nada
.