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Economía Moral

Midiendo mal nuestras vidas

El informe de la Comisión Stiglitz y la contradicción valor-valor de uso

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l título de esta entrega es el del libro en el cual se publica la versión corta del Informe de la Comisión sobre la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, conocida como Comisión Stiglitz, creada por Nicolás Sarkozy, presidente de Francia (The New Press, Nueva York y Londres, 2010). La versión larga puede encontrarse en www.stiglitz-sen-fitoussi.fr. El libro incluye un prólogo de Sarkozy y un prefacio firmado por los tres economistas que encabezaron la Comisión: Joseph Stiglitz, Amartya Sen y el francés Jean-Paul Fitoussi. La lista de los 22 miembros de la Comisión incluye nombres muy conocidos como los de Kenneth Arrow, Anthony Atkinson y Angus Deaton. La inmensa mayoría son economistas de la corriente principal y sólo provienen de 3 países dominantes (EU, Gran Bretaña y Francia), con la excepción de un miembro de la India. Es decir, se trata de una mirada desde adentro del mundo de la ciencia económica que practican. Por un lado, el informe está atrapado en la visión monetarista que busca expresar todo como valores mercantiles, en la contradicción valor-valor de uso, de la que no son concientes. Aunque al abordar la dimensión de la sustentabilidad económica y ambiental del bienestar, el Informe se percata de que la valoración monetaria generalizada lleva implícita la noción de la sustituibilidad entre dimensiones, aun así no abandona la propuesta de valorar monetariamente el tiempo libre (ocio) y los servicios de salud y educación. Por otro lado, el informe ni siquiera intenta guiar su tarea con un marco conceptual coherente. A lo más que se llega es a una noción vaga de bienestar corriente (intercambiable con calidad de la vida) y su sustentabilidad temporal. El informe no propone una medición unificada, pues sus autores lo conciben como el acto de abrir la discusión y no el de cerrarla (p.21). Señalan que el trabajo se encuentra en su etapa inicial y, sin embargo, los resultados obtenidos establecen con claridad la posibilidad de la medición replicable de muchos de los factores que afectan el bienestar.

Los trabajos de la Comisión se organizaron en tres grupos de trabajo y así está estructurado el informe: I. Temas clásicos del PIB; II. Calidad de la vida; III. Desarrollo y Medio Ambiente Sustentables. Las propuestas de la Comisión se estructuran en 12 recomendaciones (5 referidas al primer tema; 5 al segundo, y 2 al tercero). Las recomendaciones sobre el primer tema son: 1. En el marco de la evaluación de bienestar material, referirse a los ingresos y al consumo más que a la producción. El informe critica que el PIB se haya manejado como si fuera un indicador de bienestar cuando en realidad lo es sólo de actividad económica vinculada al mercado. 2. Hacer hincapié en la perspectiva de los hogares. En lugar del PIB las variables centrales deberían ser el ingreso y el consumo de los hogares, donde debe incluirse el valor de los servicios en especie que los hogares reciben del gobierno. 3. Tomar en cuenta la riqueza (activos) al mismo tiempo que los ingresos y el consumo. Se sugiere aquí valorar los acervos de capital físico, natural, humano y social a nivel de los hogares y a nivel social. Es un ejemplo de la valoración de todo como si fuese mercancía; de la mercantilización conceptual y estadística de todo. 4. Otorgar mayor importancia a la distribución de los ingresos, del consumo y de la riqueza. La introducción de la desigualdad se restringe, como se aprecia, a lo expresable en dinero. 5. Ampliar los indicadores de ingresos a las actividades no mercantiles. Parten del diagnóstico, correcto, de que cuando algunos servicios producidos antes por los miembros del hogar pasan a ser comprados en el mercado (preparación de alimentos, cuidado de personas) ello se traduce en un aumento del ingreso medido. Proponen, por tanto, medir en términos monetarios la producción doméstica y el ocio, tratarlos como si fueran mercancías. Llegan así al concepto de ingreso pleno (véase gráfica con cálculos de éste para Francia y EU). Estas recomendaciones están enmarcadas por la consideración general de cambiar el énfasis de la producción (donde está ahora) al bienestar de las personas.

En el bloque sobre calidad de la vida, las recomendaciones están precedidas por la consideración de que el bienestar es multidimensional y la propuesta de que, al menos, las siguientes dimensiones sean consideradas al mismo tiempo: nivel de vida material (ingreso, consumo y riqueza); salud; educación; actividades personales, incluyendo trabajo; voz política y gobernanza; conexiones y relaciones sociales; medio ambiente (presente y futuro); inseguridad económica y física. Dicho esto, se enuncian las siguientes recomendaciones: 6. La calidad de vida depende de las condiciones objetivas en las cuales se encuentran las personas y de sus capabilities. Se deben mejorar las mediciones de salud, de educación, de actividades personales y de condiciones ambientales. Un esfuerzo particular deberá otorgarse al desarrollo e implementación de mediciones robustas y confiables de las conexiones sociales, la voz política y la inseguridad, ya que son predictores de la satisfacción en la vida. Introduce aquí el informe los conceptos de capabilities y functionings de Sen, diciendo que la información pertinente para valuar la calidad de vida va más allá de lo que la gente declara y de sus percepciones, que “lo que realmente importa son las capabilities de las personas, esto es, la amplitud de su conjunto de oportunidades y de su libertad para elegir, dentro del conjunto, la vida que consideran valiosa” (p.17). Advierte, sin embargo, que “la elección de los functionings y capabilities1 pertinentes es un juicio de valor, aunque hay consenso que la calidad de la vida depende de la educación y salud de las personas, sus actividades cotidianas (que incluyen el derecho a un trabajo decente y a la vivienda) (sic), su participación en el proceso político”, etc. El enredo conceptual es enorme cuando las actividades cotidianas incluyen el derecho a una vivienda. 7. Los indicadores de la calidad de vida deberían proporcionar una evaluación comprehensiva de las desigualdades. 8. Se deberán diseñar encuestas para evaluar las interrelaciones entre los diferentes aspectos de la calidad de vida de cada persona. El empirismo cuantitativista se manifiesta aquí al pretender que el entendimiento de las interrelaciones entre las dimensiones de la vida se obtenga mediante análisis estadísticos de la distribución conjunta de dichas dimensiones. 9. Los institutos de estadística deberían proporcionar la información necesaria para agregar a través de las diferentes dimensiones de la calidad de vida (de cada persona) y permitir de esta manera la construcción de diferentes índices. 10. Las mediciones del bienestar, tanto objetivo como subjetivo, proporcionan información clave sobre la calidad de vida. Dejo pendientes las dos recomendaciones sobre sustentabilidad y la discusión a fondo del Informe.

1 Cualquier intento de traducción de los términos capabilities (explicado en el texto) y functionings (lo que las personas logran ser o hacer) induce a errores, por lo cual desde hace varios años prefiero no traducirlos.