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Carlos Jurado y el arte de la aprehensión de las imágenes, reconocimiento de la UV al artista

Rinden tributo a quien dotó de magia borgiana a la fotografía

El también muralista es considerado pionero en la recuperación del uso de la cámara estenopeica, hoy en boga

En un tratado de 1974 afirmaba que las cajas mágicas se hacían realizando un orificio con la punta de un cuerno de unicornio

El libro se presenta hoy en la FILUV

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El libro es un trabajo de José Antonio Rodríguez y Alberto TovalínFoto Tomada del volumen
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El tratado iba acompañado por un pergamino emulsionado color naranja, con la impresión de una tosca imagen de un unicornioFoto Tomada del libro
 
Periódico La Jornada
Domingo 26 de septiembre de 2010, p. 2

Homenaje a un gran maestro: con la publicación del libro Carlos Jurado y el arte de la aprehensión de las imágenes, editado por José Antonio Rodríguez y Alberto Tovalín, la Universidad Veracruzana (UV) realiza el gran reconocimiento, hasta ahora relegado, a uno de los referentes fundamentales del arte fotográfico.

Se trata de un bello volumen de gran formato, cuyos interiores fueron impresos sobre papel Domtar Lynx White de 150 gramos. Además de una selección de la obra del homenajeado, incluye textos del propio Carlos Jurado, de Adrián Mendieta y José Antonio Rodríguez.

El volumen será presentado este domingo en Jalapa, en la Feria Internacional del Libro de la Universidad Veracruzana (FILUV), por Raquel Tibol, los autores y el artista.

Dentro de un laberinto borgiano

Algunos historiadores de la fotografía, tanto nacionales como europeos, citan como fuente fidedigna el tratado que en 1974 dio a conocer el maestro Carlos Jurado (San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 1927), quien introdujo la cámara estenopeica como práctica creativa en México, titulado El arte de la aprehensión de las imágenes y el unicornio.

En ese texto, el artista explica que, según manuscritos renacentistas, las cajas mágicas que lograban captar imágenes ya se fabricaban en esa época de la siguiente manera: Se toma un cuerno de unicornio, se aguza finamente la punta, y con él se practica un pequeño orificio sobre cualquier superficie refulgente. Por este orificio podrán hacerse pasar, comprimiendo su esencia, toda clase de personas, objetos y lugares, mismos que deberán ser guardados cuidadosamente en una caja de cartón donde permanecerán por la eternidad, para ser sacados cuando alguien los necesite.

Incluso, el documento estaba acompañado por un pergamino emulsionado de color naranja, con la impresión de una tosca imagen de un unicornio, presuntamente del año 1039.

El texto de Carlos era la única referencia que teníamos los historiadores de la foto, esa era la idea que nos comenzamos a formar en esa época y todo mundo lo citaba. Veíamos la imagen del unicornio y nos preguntábamos cómo la había conseguido, nos metió a esa generación de historiadores en un laberinto borgiano, señala José Antonio Rodríguez, editor de un libro dedicado a Carlos Jurado en el que se repasa el tránsito del también muralista por la fotografía.

La historia del unicornio es una fábula inventada de pe a pa por el pintor, que le arranca sonoras carcajadas cuando descubre libros como la nueva novela de Kyra Galván, autora a la que no conoce y que en Los indecibles pecados de Sor Juana, al mencionar el conocimiento que tuvo la Décima Musa de los inventos de la época, uno de los personajes explica sesudamente: En la antigüedad se aseguraba que el agujerito tenía que hacerse con la punta del cuerno de un unicornio. Por eso se le llamaba caja mágica, pues se decía que si no se usaba un cuerno de unicornio, la caja no serviría.

También se ha atribuido erróneamente esa historia del unicornio ni más ni menos que a Nicéforo Niepce, francés del siglo XIX, considerado el inventor de la fotografía.

Rodríguez reitera: esa es la gran magia borgiana que Carlos metió a este arte, y añade, con respecto al libro, que preparó en colaboración con Alberto Tovalín, con apoyo de la UV: “A Jurado le debíamos un trabajo a fondo que abordara su vida y obra. Si bien tiene muchas publicaciones, son catálogos o folletos, y él tiene mucho qué mostrar, una historia portentosa.

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Jurado contó en entrevista que en la década de 1970 tuvo problemas por dedicarse a la pintura y la fotografía de manera simultáneaFoto Jesús Villaseca

Aun con la publicación de este volumen no hemos agotado su vida creativa. Hay muchos resquicios que él se guarda. Fundó la primera licenciatura en fotografía a escala nacional en la UV y puso en circulación la vieja técnica de la cámara estenopeica, hoy en gran boga, pero muchos no saben quién fue el pionero en hacer esto.

Más que un caballo con un pico de cartón

“A mí me gusta haber inventado una leyenda; incluso, en una ocasión (el cantautor cubano) Silvio Rodríguez dijo que hizo la canción El unicornio azul después de haber escuchado esta historia de la quimera y la fotografía”, explica Jurado en entrevista con La Jornada.

–Y, en realidad, ¿qué es el unicornio plasmado en el pergamino?

–Es un caballo con un pico de cartón –responde Rodríguez.

–¿Cuál? No, es un unicornio de verdad –interrumpe Jurado entre risas.

–Sí, sí, perdón. Claro, es un pergamino emulsionado quién sabe con qué zumos. Aquello fue impresionante. Cuándo los jóvenes lo veíamos nos sorprendía, Carlos hasta decía que era de la colección Irving Collingwood de Inglaterra (también ficticia) –dice el crítico, actual dueño de la imagen.

Jurado lamenta que “vivamos una época de especializaciones, muy distinta al Renacimiento, en la que se era humanista, en lugar de tratar de dedicarse a una sola cosa. Inclusive tuve algunos problemas por practicar ambas disciplinas: la pintura y la fotografía. Me pedían que me definiera.

“Me tocó un momento muy difícil de la fotografía en México cuando me inicié, a principios de los años 70 del siglo anterior, cuando la única foto que se aceptaba era la social, ‘de compromiso’. A los que teníamos otra intensión prácticamente nos congelaban. Tuve rechazos muy notorios. Me habían invitado a participar en una exposición en el Museo de Arte Moderno, pero el curador (Lázaro Blanco) me eliminó en el último momento, porque dijo que mi trabajo no era fotografía. Era muy difícil estar presente. Ahora ya cambió todo el panorama.”

–¿Qué opina del trabajo que se hace ahora con la fotografía digital?

–Es inevitable el desarrollo tecnológico. Pero yo me quedo con mi criterio del medievo, hay más misterio y gusto. Me dicen que con las digitales hay mil posibilidades, pero yo no quiero tantas, sólo una. La fotografía estenopeica hoy es moda en el mundo entero; me imagino que un sector de las personas creativas se ha cansado del automatismo y quiere recuperar un poco la individualidad que permite este tipo de trabajo.

Adrián Mendieta, investigador del Instituto de Artes Plásticas de la UV, también participa con un texto en el libro Carlos Jurado y el arte de la aprehensión de las imágenes, que se presenta hoy a las 13:30 horas en el contexto de la Feria Internacional del Libro Universitario de la UV, en Jalapa, Veracruz. Participan: Raquel Tibol, Elizabeth Romero y Laura González Flores.