ópez Obrador da el banderazo de arranque a la lucha por la recuperación del PRD. El punto de quiebre son las elecciones del estado de México y las pretensiones de alianza con el PAN que sostienen los actuales directivos del sol azteca y el estratega Manuel Camacho. Mediante la reformulación de una famosa frase de remisión de las instituciones al infierno, que mucho le costó en términos de desgaste inducido, el precandidato tabasqueño ha dicho ahora: Al carajo con esa alianza que buscan PRD, Convergencia y Acción Nacional para julio de 2011. Además, ya de gira en esa entidad, ha planteado que los directivos del partido de negro y amarillo que deseen pactar con el blanquiazul de una vez se quiten la careta y que se vayan a afiliar al PAN. López Obrador está ya claramente asentado en el Partido del Trabajo como virtual candidato presidencial, pero sabe que sus posibilidades de triunfo en 2012 pueden ser dañadas mediante la maniobra clásica de división interna que sus adversarios promueven tratando de cerrarle el paso a que sea elegido también aspirante por el partido al que todavía pertenece y generando otra postulación de izquierda.

Jesús Ortega y Manuel Camacho no tendrán el camino libre para negociar alianzas con el PAN, pues el activismo lopezobradorista concentrado en el estado de México sublevará a bases que saben que tienen presencia suficiente en esa entidad como para pelear electoralmente con plantillas propias o no aliadas con la derecha. Si Ortega y Camacho pierden esta batalla, no sólo pondrán en riesgo la continuidad de sus corrientes en la renovación directiva de marzo del año entrante, sino podrían estar abriendo la puerta a la posibilidad de que, más allá del entorno del estado de México, en una especie de insurrección nacional de militantes, y a pesar de todas las trampas puestas hasta ahora, AMLO se cuele como el candidato natural del PRD que sus directivos y estrategas colaboracionistas con el calderonismo han pretendido impedir.

Dado que el priísmo envalentonado ha concentrado recursos y esperanzas en el estado de México y Peña Nieto, es natural que de esa matriz se estén desprendiendo los planes partidistas para el futuro inmediato. Ayer, por ejemplo, en el Senado se dio entrada a una solicitud del panismo para que se cree una comisión especial que vigile los desde ahora tan polémicos comicios en esa entidad. La propuesta del PAN provocó airadas reacciones del priísmo peñanietista (y sus aliados del Partido Verde Dólar) y desató una gritería, aún sin sombrerazos, por diferencias de criterio procesal y porque en la fundamentación de la presunta comisión se mencionó el hecho de que el Congreso mexiquense hubiera aprobado modificaciones legales para cancelar candidaturas comunes y reducir tiempos de campaña, lo que a juicio de los oradores del partido tricolor es un asunto propio de la soberanía estatal que no puede ser contravenido u obstruido por la instancia senatorial. A fin de cuentas, solamente se dio entrada a la petición panista, pero será la Junta de Coordinación Política la que resolverá.

En otro debate sobre política, ética y legalidad, Julio César Godoy, medio hermano del gobernador de Michoacán, rindió protesta como diputado federal, luego que un juez le allanó el camino inmediato, pero aún con una orden federal de aprehensión en su contra por supuesta participación en delitos relacionados con el narcotráfico. Técnica y formalmente, Godoy no tuvo impedimento para que ya dentro de San Lázaro cumpliera con los trámites que entre otras prerrogativas le asigna la del fuero. Políticamente, su caso es equiparable al de presidentes municipales y funcionarios del gobierno estatal que fueron aprehendidos, consignados y mediáticamente exhibidos en el golpe de tinte partidista que Los Pinos dio contra el perredismo cardenista, llamado popularmente el michoacanazo, y que posteriormente fue siendo declarado insustancial e improcedente en la gran mayoría de los expedientes, confirmando así que hubo ánimos y manipulaciones federales hasta ahora impunes a pesar de los grandes daños que causaron.

Aun así, la toma de la curul, y del correspondiente fuero, provocó de inmediato que el caso del diputado Godoy fuera usado para abundar en la campaña de descrédito de lo político y lo legislativo que carga la tinta en asuntos menores y nunca atina a posar la mira en la máxima altura del aparato político, en Los Pinos y su Corte, con sus muchísimos flancos dignos de denuncia sostenida y fuerte. Habrá de verse si la PGR demuestra a las claras lo que es un hecho en la política de varios estados, entre ellos Michoacán: la infiltración y dominio de intereses del narcotráfico en la política. Si tales pruebas firmes hubiera, la presencia de Godoy ensuciaría al Congreso mexicano y dañaría al PRD, ahora contento por la suma de un voto más en su bancada. Pero, si los cargos son tan endebles como los presentados contra otros políticos michoacanos, Godoy tiene pleno derecho a ocupar la silla que formalmente ganó.

En abierta pelea por la conservación de la máxima silla, el verdadero presidente del comité nacional del PAN, Felipe Calderón, lanzó la noche del miércoles una desesperada arenga a la élite de su desguanzado partido que celebraba aniversario (¿Qué le falta a Acción Nacional?, le falta alma, le falta ánimo: http://bit.ly/9w0uZ9 nota de Georgina Saldierna y Alonso Urrutia en La Jornada). Allí llamó no a mantener, continuar, sostener o prolongar lo que supuestamente ya tiene, sino a conquistar nuevamente el poder que por lo visto ha perdido. Pretendiendo asumir aires victoriosos, dedicó buena parte de su discurso a confrontar al priísmo, sin nombrarlo, advirtiendo, con sus conocidos aires guerreros: Hemos derrotado maquinarias más poderosas de las que ahora están construyendo.

Y, mientras en Ascensión, Chihuahua, la gente ha desplazado a la policía tradicional, ha tomado ese rol y pretende defenderse por sí misma, ¡feliz fin de semana, con el obispo José Raúl Vera premiado en Noruega por defender derechos humanos y justicia!

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