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El gobernador Fidel Herrera dará el Grito en esa ciudad ribereña, afirma

Baja la inundación en Tlacotalpan, pero sigue sin agua ni electricidad
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 13 de septiembre de 2010, p. 35

Tlacotalpan, Ver., 12 de septiembre. Esta ciudad ribereña, designada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas, continuó este domingo sin agua potable y energía eléctrica. La inundación en calles comenzó a disminuir hasta en un metro, y también se inició el lento retorno de los desesperados por ver cómo quedaron sus casas.

El gobernador Fidel Herrera Beltrán anunció que dará el Grito de Independencia en esta localidad, el mediodía del 15, mientras el director de Protección Civil estatal, Isidro Cano Luna, consideró que la inundación fue por la falta de trabajos en presas y ríos, pues no hubo limpieza previa de sedimentos.

En algunos tramos de calles céntricas de Tlacotalpan ya se puede caminar; en otros, la fuerte corriente del río que se agolpa en bocacalles y en explanadas, recuerda que la emergencia no ha pasado, como insisten las autoridades federales y estatales que mantienen vigilancia sobre la ciudad con operativos, y niegan que se permita el retorno.

Aun así, varias lanchas arribaron la noche del sábado con familias enteras, al amparo de la oscuridad. Iban, si no felices, aliviadas de poder llegar a casa. Más que ropa o zapatos y despensas de aceite y latería, que abunda como ayuda oficial y privada, los tlacotalpeños piden hoy “velas pa’alumbrarnos”, indicó el pescador Tomán Gamboa Reyes, de 52 años.

Este domingo al mediodía, en el muelle ribereño La Ganadera, a orillas del Papaloapan, se formaban al sol unos 50 hombres, mujeres y niños que nunca salieron de aquí, ni en los días de la emergencia, hace ya una semana, cuando los niveles del río dentro de la ciudad superaron en algunas partes metro y medio de altura.

Nos quedamos aquí los más valientes o los más pendejos, ya no sé, dijo Jorge Aguirre Pérez, de 77 años, quien no termina de explicarse por qué y cómo se inundó la ciudad, porque él vio las anegaciones de 1946 y 1969, pero esto es distinto.

A su lado, y formado en la fila que esperaba impaciente la entrega de agua y comida por un par de empleados de Protección Civil estatal, Porfirio Rosado Galo, de 79 años, dijo que se fue unos días a Tierra Blanca y regresó el sábado por la noche a ver cómo estaba su casa.

Su desazón es porque la ciudad está muerta, y no se le va a revivir con despensas. Añadió que la inundación fue resultado de que los gobiernos federal y estatal no hicieron su trabajo, no dragaron la barra de Alvarado, y ahora vendrá lo peor, cuando el agua salga de la ciudad y se vea la magnitud de los daños.

El pescador Sotelo Montalvo Santos sostuvo que nunca salieron de Tlacotalpan unas cien personas más, aproximadamente 35 familias de Los Cocos, barrio popular que sólo el primer día de la emergencia recibió de soldados agua y alimentos; después no los volvimos a ver.

Personal de la Patrulla Marítima de Intervención destacada en Alvarado, que participa en el operativo Marina, destacó que en los días que van de la emergencia no había visto tanta gente formada en el muelle La Ganadera, esperando agua o comida.

Cuerpos de auxilio federales y estatales no tienen más información que aún no pasa la emergencia, pero el arribo ha sido gradual y, según testigos, las familias pagaron a lancheros desde comunidades cercanas a Tlacotalpan cien pesos por persona, mientras a los que vienen a curiosear los propietarios de lanchas les cobran más de mil pesos.

En un recorrido por la ciudad se constató la presencia de cuadrillas de soldados que hacen el trabajo sucio y duro de la limpieza de las calles y parques. Muy poca gente se ve en los barrios como San Miguelito y el centro. En las calles, la corriente es tan fuerte que recuerda a quienes se aventuran por ellas que la emergencia no ha pasado. Animales muertos comienzan a emerger, arrastrados por la corriente. Y la desolación aparece.