En las máscaras que se exhiben se observa la deformación cefálica para semejar a la mazorca
árbol del mundo, y esencia de Rostros de la divinidad
Las caretas convertían a los mayas en dioses consagrados al grano
El cráneo desfigurado daba certeza de su esencia sobrehumana, explica Sofía Martínez del Campo, curadora de la exposición
ese lenguaje de símbolos que contempla la percepción de la civilización maya, tanto de la realidad tangible como de las esencias sobrenaturales tomadas de la naturaleza, explicó la curadora
Domingo 15 de agosto de 2010, p. 2
Las máscaras funerarias son las piezas centrales de Rostros de la divinidad: los mosaicos mayas de piedra verde, exposición de 147 objetos inaugurada el jueves 12 en el Museo Nacional de Antropología.
Sofía Martínez del Campo, curadora de la muestra que exhibe por primera vez los ajuares funerarios de seis dignatarios mayas del periodo clásico (200-900 dC) –como si se estuviera observando la tumba original–, explica que las máscaras daban al personaje inhumado la facultad de transformarse en el dios del maíz en el momento de morir para descender al inframundo, derrotar a los señores de la muerte y ascender hasta el plano divino para interceder como ancestro ante las deidades por el bienestar de sus súbditos que permanecían en la tierra.
Naturaleza y subsistencia
Rostros... incluye, además, una serie de objetos complementarios en los que está inscrito todo este lenguaje de símbolos mayas que contempla la percepción de esta civilización tanto de la realidad tangible del mundo material como de las esencias sobrenaturales tomadas de la naturaleza
, expresa la coordinadora del proyecto Máscaras funerarias, adscrito a la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, cuya labor comenzó en 2001 con la restauración de la máscara de K’inich Janaab’ Pakal.
El maya, continuó la restauradora, es un arte “pleno de naturaleza por ser sociedades que se desarrollaron en un medio en que la vegetación era predominante. Dentro de éste, el cultivo de maíz garantizaba la subsistencia, de allí su relevancia que da la civilización maya a dicha planta y a la personificación de los gobernantes como dioses del maíz, tanto durante su vida como en el momento de su muerte.
Para un soberano maya, ser el dios del maíz implicaba una serie de responsabilidades, porque era considerado como el árbol de mundo y el centro del universo. Toda esta concepción mitológica no es sólo una propuesta de pensamiento, sino que incluso está plasmada en la vía láctea
.
Semejar al maíz
En todas las máscaras que se exhiben se observa la práctica de la deformación cefálica, costumbre social y cultural muy arraigada en la sociedad clásica, que tenía como propósito que el personaje semejara a la mazorca de maíz. De esta manera la forma del cráneo deformado le daba la certeza ante los ojos humanos de su esencia divina
.
Martínez del Campo Lanz anotó que la deformación cefálica produce una deformación en las cuencas oculares y, a la vez, un estrabismo tanto interno como externo, que refleja en el mundo material un pasaje mítico del Popol Vuh, ya que los mayas provocaban la deformación cefálica para cumplir este rito plasmado en la historia mítica de su cultura.
Entre los primerizos
de Rostros..., se muestra por primera ocasión los dos tableros de la estructura 4 de Pomoná, recuperados por el arqueólogo García Moll; se presentan completas las ofrendas funerarias rescatadas por Alberto Ruz Lhuiller en los años 50 del siglo pasado, las ofrendas recuperadas por Enrique Nalda en Dzibanché en los años 90, las ofrendas localizadas por William Folan, Sophia Pincemin y un equipo de arqueólogos y antropólogos físicos en Calakmul, y también una ofrenda recuperada en la estructura 14 de Oxkintok.
Otra pieza por demás sobresaliente es el tapete funerario elaborado con alrededor de ocho mil caracoles y semillas, que hace mil 600 años formó parte del ajuar de un personaje de alto rango de Calakmul.
De tan sólo un metro de largo por 25 centímetros de ancho, esta pieza única que representa los tres planos del cosmos por medio de sus elementos, fue restaurada por Martínez del Campo.