La soprano dio vida a Julieta mediante una actuación para rendirse a sus pies
La carrera internacional de la prestigiada cantante comenzó en ese festival en 2002
Jueves 12 de agosto de 2010, p. 6
Salzburgo, 11 de agosto. La actuación de Anna Netrebko dando vida a una enamorada infeliz en la ópera Romeo y Julieta fue celebrado como el regreso de una superestrella a la arena operística de Salzburgo.
La soprano ruso-austriaca tenía que haber salido al escenario en Salzburgo con este mismo papel hace dos años, pero canceló debido a su embarazo.
Ahora reparte las presentaciones en la ciudad austriaca con quien entonces la sustituyó, Nino Machaidze.
Pero Netrebko estuvo espectacular: su actuación fue sencillamente para rendirse a sus pies. La puesta en escena, más al estilo de Hollywood, de Bartlett Sher, no es nada especial, pero cuando Anna Netrebko y Piotr Beczala están sobre el escenario se roban el espectáculo.
Netrebko compone con su voz un poco oscura, perfecta y juguetona ese emocionante retrato de la joven enamorada. Piotr Beczala es su Romeo, a quien tal vez se le notó el nerviosismo en la primera escena, aunque pronto dejó paso a la suavidad y movilidad de una voz rica en coloratura. Su voz precisa le garantiza unos agudos seguros, formados de forma perfecta y que por ello son capaces de brillar.
Hasta los papeles más pequeños cuentan con intérpretes de nivel, desarrollando así una convincente actuación coral de las familias enfrentadas.
Muerte por amor
La orquesta Mozarteum de Salzburgo, bajo la batuta de Yannick- Nézet-Séguin, acompañó armónicamente con una opulencia dosificada y sin dejar atrás los impulsos que pujaban por avanzar a través de esta muerte por amor y el acto social que constituye una actuación de Netrebko.
Cada vez que la cantante acude a Salzburgo, todos los periodistas de la sección de sociedad se apersonan en la ópera. No hay que olvidar que la carrera internacional de la soprano comenzó realmente en Salzburgo, cuando bajo la batuta de Nikolaus Harnoncourt y la dirección de Martin Kusej interpretó a Donna Anna en la ópera Don Giovanni, de Mozart.
Corría entonces 2002. Su debut en el festival fue cuatro años antes, cuando apareció como una de las chicas de las flores en el Parsifal que dirigió Valery Gergiev. En 2005 deslumbró en Salzburgo con La Traviata.
Y ahora las cámaras captan hasta cuando Anna Netrebko se dirige a la sala de conciertos para las pruebas, acompañada de su marido, Erwin Schrott, y su hijo de dos años, Tiago.
Menos suerte tuvo Schrott como cantante, aunque en Salzburgo actúa en Don Giovanni dando vida a Leporello.