Ante serio y complicado encierro de El Montecillo, sus alternantes se fueron en blanco
Cortó una merecida oreja de su primero y dio vuelta en su segundo
Lunes 26 de julio de 2010, p. a42
Mientras en el Puerto de Santa María, Cádiz, su paisano Arturo Macías recibía la tercera cornada de su azarosa campaña en ruedos europeos, el joven Juan Pablo Sánchez caía de pie en la plaza de Las Ventas, de Madrid, y exhibía ante ese público las múltiples cualidades que en breve pueden convertirlo en una figura en cierne.
Sobrio, seguro, vertical, inspirado y solvente, el joven Juan Pablo, hijo y sobrino de toreros, se encastó como sólo logran hacerlo los diestros mexicanos de valía por aquellas tierras, verdadera prueba de fuego para los que quieren sacar la cabeza en este enrarecido medio, sobre todo en su propio país.
En el tercer festejo del serial de novilladas nocturnas que se celebra en el coso venteño, el aguascalentense alternó con el francés Patrick Oliver, que a pesar de su aguante y buenas maneras no tocó pelo, y con el español Antonio Espaliú, quien resultó lastimado al entrar a matar a su codicioso segundo de un encierro de El Montecillo, muy bien presentado y cumplidor en varas pero falto de transmisión.
Con el que abrió plaza, Puntero, con 445 kilos, bien armado, que tumbó en el primer puyazo y recibió uno más pero llegó a la muleta con movilidad y metiendo la cabeza, Juan Pablo inició el trasteo con suaves y toreros doblones para luego estirarse en ceñidos y templados derechazos, con gran sentido de la colocación y el mando, llevando muy toreada la fuerte embestida.
Con gran gusto por estar entre los pitones y no obstante que por el izquierdo el novillo-toro regateaba la embestida, Sánchez hizo alarde de torería al plantarle cara y ligar tres templados naturales con sentimiento y hondura. Volvió a ligar las tandas con la diestra, sin agobio y sin asomo de efectismo, vendiendo cada suerte por sí misma.
Con el mismo aplomo se perfiló volcándose sobre el morrillo y dejando una estocada hasta la empuñadura que hizo rodar al toro sin puntilla. Aquí o en Aguascalientes le habrían dado el rabo; en Las Ventas recibió una oreja de primer mundo taurino y recorrió el anillo satisfecho de su hazaña.
Con su soso segundo, Juan Pablo repitió color y derrochó su gran sentido de la estructuración. Colocó en buen sitio media espada que bastó y aunque hubo fuerte petición el juez no se anduvo con populismos. El joven mexicano recorrió por segunda vez el ruedo en una vuelta con mucha fuerza. Vaya presentación y porvenir de este novillero… allá.
Por lo que se refiere a la sexta novillada en la Plaza México –cuya empresa nunca se ha preocupado por sacar nuevos productos atractivos, estimularlos y ponerlos a competir, por lo que hace años paga las consecuencias de su imprevisión–, se lidió un encierro de El Nuevo Colmenar e hicieron el paseíllo Salvador Sánchez y Luis Conrado, de México, así como Juan Vicente, de España, y Alejandro Chacón, de Venezuela.
Debido a la lluvia el festejo empezó con media hora de retraso y, salvo el joven Sánchez, fue otra tarde sin pena ni gloria.