El Imparcial*
El resultado de las elecciones en el Distrito Federal
os electores del Distrito Federal han designado ayer, por escrutinio secreto, Presidente y Vicepresidente de la República: los favorecidos por el voto público son los señores General don Porfirio Díaz y don Ramón Corral.
Esta candidatura triunfante, como lo dijo el señor Lic. Prida al felicitar al señor General Díaz á nombre de los electores del Distrito Federal significa el orden, la tranquilidad, el bienestar de la Patria
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La lucha ha terminado
Con el triunfo completo de las candidaturas reeleccionistas para Presidente y Vicepresidente de la República, puede considerarse terminada la campaña política de 1909-1910; campaña en que, vinculados por el común anhelo de que la Patria viva y prosperare bajo la misma Administración que ha sabido darle vida y prosperidad, estuvieron siempre del lado de los candidatos de la Reelección todos los hombres de buena voluntad.
Los antireeleccionistas fueron derrotados, lo mismo en el Distrito Federal que en las comarcas más apartadas de la República, y no es de pensarse –no queremos pensarlo– que ante la evidencia de su derrota, sigan empeñados en mantener y fomentar aún la agitación de los últimos meses. Es tiempo ya de guardar las armas de combate, noble y honradamente; que no es de ciudadanos que se precian de cultos y de patriotas rebelarse fuera de la Ley contra un acto que resume la opinión y el derecho de una mayoría inmensa.
En algunos colegios electorales los antireeleccionistas dieron todavía ayer uno que otro triste ejemplo de falta de tacto y de cordura. Trataron de escandalizar y de imponerse, como si ante sus gritos y sus protestas el voto de los contrarios pudiera ser nulificado. No comprendían, ó no quisieron comprender, que esa inexplicable rebeldía contra el derecho era una ofensa á la misma Democracia que invocaban. Pero nada importa: el triunfo de nuestra causa fué abrumador, y aquellas notas discordantes sólo sirvieron para hacerlo más visible, más palpable, más aplastante.
Ahora vencedores y vencidos, debemos en bien de la Patria, volver al interrumpido periodo de calma. Sería una insensatez seguir empeñados en una lucha que nos distrae de nuestras habituales ocupaciones, que afecta todo el organismo social, que puede, prolongándose más de lo debido, acarrearnos perjuicios muy graves.
* Se publicó de 1906 a 1917