Los héroes están cansados
uando se habla del Mundial México 1970 se piensa, automáticamente, en Pelé. Y de Alemania 74, en Cruyff; de Argentina 78, en Kempes; de México 86, en Maradona...
La mayoría de las copas ha tenido a su figura emblemática aunque, como en el caso de Johan y la naranja mecánica, no hayan conseguido el título.
A sólo dos partidos de que termine Sudáfrica 2010 ningún astro ha brillado por sí mismo. Los que llegaron bajo reflectores se han ido a oscuras y por la puerta trasera. Tal vez el caso más dramático, por todas las expectativas que generó, fue Lionel Messi.
Se llegó a decir que era el Mundial de Messi, sin duda el mejor futbolista en la actualidad. Y también por eso sorprendió tanto el eufórico recibimiento que tuvo Argentina en Buenos Aires. La hinchada no sólo le perdonó a Maradona la humillación ante Alemania, sino hasta que haya desaprovechado precisamente al jugador que podía sucederlo en el trono y que se fue sin gol.
Kaká sólo tuvo destellos y hasta recibió una injusta tarjeta roja. Pero él también fue víctima de su técnico. Imposible brillar con la samba militarizada del sargento Dunga.
Cristiano Ronaldo pareció más modelo que jugador. El futbolista más caro en la historia del balompié (131 millones de dólares) mostró más rostro y músculos que futbol y su único gol fue fortuito.
A Wayne Rooney le sobró el gesto hosco y le faltó serenidad. Quizá el futbol le empieza a cobrar factura a un jugador al que le llegó mucho en poco tiempo: antes de los 17 años debutó en la Liga Premier y antes de los 20 fue transferido al Manchester United en unos 25 millones de euros.
También sin aplausos se retiraron caudillos como Buffon, Ribéry, Eto’o y Drogba.
Se salvaron Diego Forlán y Luis Suárez, cobijados por el gran trabajo en equipo y el sacrificio que representó Uruguay del bien llamado maestro Tabárez.
Idas las figuras –tal vez afectadas por una temporada tan desgastante–, nos quedan los equipos. Y todo apunta entonces a que esta copa será recordada por la furia roja de Iniesta, Villa y Xavi Hernández o la naranja de Sneijder, Robben (quien se tira al pasto a la menor provocación) y Van Bronckhorst.