El poder del futbol
n fuentes que a medida que transcurre el sexenio resultan menos confiables (pero no por eso deben ignorarse), supimos que del encuentro del próximo domingo entre las selecciones de futbol de Argentina y México, depende la ceremonia más importante de las fiestas del Bicentón.
En efecto, estimado hincha-lector: hace tres años, el Og Mandino de la publicidad oficial, expuso ante el licenciado Calderón, el gabinete legal (del que hacen parte las dos principales televisoras del país) y el ampliado, la tesis de que para combatir el pesimismo nada mejor que utilizar lo único que suma voluntades en México: el futbol. Y que en tiempos de crisis de credibilidad convenía recurrir a los servicios de las grandes figuras de ese deporte, pues gozan de más prestigio y estima ciudadana que cualquier funcionario o político. De inmediato, un nombre surgió como por arte de magia: Javier, el Vasco Aguirre. El símbolo vivo de la unidad del pueblo mexicano en tiempos de percepciones equivocadas.
En esa reunión se acordó entonces utilizar al Vasco Aguirre como la personalidad, el ariete que irradie esplendor a las fiestas del Bicentón. Y para difundir la buena nueva nada mejor que la televisión comercial. La hoja de ruta trazada por los estrategas oficiales culmina con la hazaña de conquistar el título mundial de futbol. Y posteriormente marcar, no goles, sino un parteaguas en los usos y costumbres del calendario cívico para recordar dentro de cien años: que el Vasco Aguirre pronuncie el próximo 15 de septiembre desde el balcón central del Palacio Nacional, el grito liberador del México moderno: “¡Vivan los hombres que nos dieron triunfos! ¡Viva el Chicharito Hernández! ¡Viva Cuauhtémoc Blanco! ¡Viva la Selección Nacional! ¡Viva Méxigol, Viva Méxigol, Viva Méxigol!”
Aunque algunas voces, tibias por demás, advirtieron del peligro que esa noche triunfal retemblara tan fuerte en su centro la tierra que tuviéramos otro 19 de septiembre a escala nacional, la idea fue aprobada.
Sólo se requiere alcanzar unas cuantas cimas: 1. Clasificar para el Mundial, meta obtenida con holgura. 2. Librar la primera línea de juego en Sudáfrica, lo cual se logró al vencer la escuadra nacional a la poderosa, y hasta entonces, imbatible Francia. 3. Que el domingo próximo, el Chicharito Hernández acabe con la pulga Messi y el Vasco Aguirre derrumbe al único héroe moderno que une a los argentinos: Diego Armando Pelusa Maradona.
De ahí en adelante todo será miel sobre hojuelas. Tan seguros están los estrategas de Los Pinos y el Bicentón de que el equipo de las televisoras será campeón, que el licenciado Calderón viaja a Sudáfrica el lunes próximo. Temprano. Regresa el martes 13 de julio con el balón de oro de la popularidad en sus manos. Y del brazo del Vasco Aguirre.