Otros siguen sin atreverse a leer Ulises
Jueves 17 de junio de 2010, p. a13
Un clásico, definió alguna vez Mark Twain, es un libro que todo el mundo quisiera haber leído, pero que en realidad nadie quiere tomarse la molestia de leer.
Ulises, el libro más famoso del escritor irlandés James Joyce, considerado la obra cumbre de la narrativa en inglés, parece cumplir con ambos requisitos, porque hoy 16 de junio, día en el que ocurre la trama de dicha novela, muchos se reúnen en Dublín para celebrarla, pero la enorme mayoría sigue sin atreverse siquiera a empezar su lectura.
Más aún: los propios habitantes de la capital de Irlanda no parecen darle tanta importancia como los visitantes extranjeros. A pesar de los festejos oficiales, con lecturas en voz alta del volumen entero (de más de 700 páginas), dramatización de episodios, bailes y desfiles callejeros, muchos dublineses no saben bien a bien quién es ese tal Joyce.
En pleno bloomsday, como se conoce a esta fecha que se celebra en Dublín desde 1954, el periódico local The Irish Times publicó en su sitio de Internet una crónica sobre la forma en que los irlandeses viven la celebración y lo que significa para ellos.
Patty Geraghty, quien vive muy cerca del número 41 de la plaza Brighton –lugar donde nació James Joyce–, nunca había notado la placa de metal que conmemora el hecho ni ha leído nunca algo del escritor.
“Creo que Ulises es algo que probablemente uno debería leer, pero yo no lo he hecho. ¿Es poesía? Quizá ya lo leí y se me olvidó”, dijo.
Michael Larkin sí lo ha leído, pero sólo porque en la escuela era obligatorio hacerlo. No pensé que fuera tan difícil. Quizás algún día lo vuelva a leer, pero definitivamente es más divertido cuando alguien lo empieza a hacer en voz alta
, comentó.
Mucho menos diplomático, John Willoughby admitió que ni siquiera sabía que la estatua de la plaza Brighton era del literato, y al acercarse a comprobarlo dice: es ese tipo, Joyce, ¿verdad? He escuchado algo de él, pero no estoy seguro de quién era. ¿Se trata de un poeta?
El dublinés, con sus bolsas de compra en la mano, admite que no piensa leer nada del escritor emblema de su ciudad. “¿Bloomsday?, ¿es un día que tiene que ver con los gays? Bueno, Joyce está muerto, haya sido quien haya sido”, dice antes de seguir el camino a su casa a toda prisa.