Rupertino García, integrante del sindicalismo blanco de la FNSI, será el dirigente impuesto
La agrupación a la que pertenece fue creada y alentada por poderosos empresarios de Monterrey
Viernes 11 de junio de 2010, p. 5
Cananea, Son., 10 de junio. Rupertino se sacó la lotería. Aunque ni los actuales ni los futuros trabajadores de Cananea lo saben, el tamaulipeco Rupertino García Reyes es ya su dirigente sindical. Residente de Monterrey, el nuevo líder es integrante del comité ejecutivo de la Federación Nacional de Sindicatos Independientes (FNSI), agrupación creada y alentada por poderosos empresarios de la capital de Nuevo León, dueña de contratos colectivos de trabajo en muchas partes del país y crecida como frijol mágico desde que los panistas de la nueva cultura laboral
llegaron al poder.
Es un sindicato blanco entre los blancos
, define el experto laboral Anselmo García. Y una creación de algunas de las mayores empresas neoleonesas, que la parieron para evitar tratos con agrupaciones radicales
como la CTM o la CROC.
Durante muchos años, la FNSI fue dirigida por el abogado Juan Manuel Zapata, a quien de pronto le descubrieron un fraude millonario con la construcción de viviendas, escuelas y hospitales. Los gerentes de empresas como Femsa, Cemex y Cervecería Cuauhtémoc, que según fuentes sindicales son los verdaderos jefes
de la federación sindical, le perdonaron
el ilícito a cambio de una jubilación temprana. Al frente quedó entonces el también abogado Jacinto Padilla Valdez, con domicilio en Isaac Garza Oriente 311, en el centro de Monterrey. La misma dirección de Rupertino, claro.
De la FNSI se conocen datos a cuentagotas. Sus dirigentes son reacios a las apariciones públicas y sólo se sabe de ellos cuando se toman la foto con funcionarios gubernamentales, sobre todo neoleoneses, con quienes desde hace años comparten misión y visión
, en el afán de impartir cursos con el apoyo de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Tras la toma de Cananea por fuerzas federales, la FNSI asomó la cabeza mediante un desplegado de prensa, preparando el terreno para la llegada de Rupertino, con bombo y platillo, a la mina sonorense.
La mencionada federación ha sido siempre encabezada por abogados laborales, expertos en la venta de contratos de protección. En sus filas tiene un lugar especial Rupertino García, quien sí fue trabajador. Es el operador, el obrero
, describe un líder sindical que lo ha tratado.
Con casi nula experiencia en el ramo, pues había sido empleado de Papas y Fritos de Monterrey (Kodys, ahora de Bimbo) y dirigente de un sindicato de la industria alimentaria, Rupertino pasó de asesor sindical (en 2002) a flamante dirigente minero hace menos de cuatro años. García lo puso así en su hoja de vida: En el mes de noviembre de 2006 fui nombrado secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Exploración, Explotación y Beneficio de Minas en la República Mexicana (SNTEEBM), adherido a la FNSI
.
Según información de la Secretaría del Trabajo federal, el sindicato de Rupertino tiene el número de registro 5770 y apenas 100 afiliados, aunque el dato seguramente no ha sido actualizado, porque desde hace unos años el Grupo México ha entregado varios contratos al sindicato en cuestión.
Según su propia información, la FNSI nació en marzo de 1936, para agrupar a los sindicatos de Vidriera Monterrey, Cervecería Cuauhtémoc, Fábricas Monterrey, Cementos Mexicanos, Círculo Azul, Casa Holck, etcétera. Actualmente se cuenta con aproximadamente 2 mil 400 grupos y una membresía de 230 mil socios
. Hoy forma parte de la Alianza Sindical Mexicana, frente sindical promovido por el foxismo para hacer contrapeso a las organizaciones gremiales vinculadas al PRI.
En unas líneas de sus propios documentos, la FNSI de Rupertino deja claro por qué fue elegida por el Grupo México y el secretario Javier Lozano Alarcón, para tener el contrato colectivo que surja tras la destrucción del sindicato minero:
“… las relaciones laborales, entre administradores, sindicato y federación, se caracterizan por el respeto, la armonía, la suma de esfuerzos, la apertura en la comunicación, una planeación conjunta de las acciones administrativas y de capacitación para la calidad y la productividad, una verdadera representación sindical enfocada no sólo para hacer respetar los derechos de nuestros asociados, sino también para buscar que éstos cumplan con sus obligaciones, lo que nos ha permitido romper con los paradigmas en las revisiones de los contratos colectivos de trabajo, que nos han llevado a negociar de una manera medida, en base a los resultados de productividad, sin desgaste de energía y de tiempo, buscando beneficios en común. Por esto y mucho más, nuestra federación está ya inmersa en la nueva cultura laboral”.
A mediados de 2007, el sindicato de Rupertino contaba apenas con 100 miembros. El 29 de junio de ese año demandó la titularidad de los contratos colectivos de ocho empresas y para el 5 de septiembre los había ganado todos. Casualmente todas las empresas pertenecen al Grupo México. En un solo pase, el sindicato de Rupertino pasó a dirigir casi cuatro mil trabajadores, mientras su dirigente tomaba cursos de productividad y competitividad bajo el auspicio del Consejo de Relaciones Laborales del Estado de Nuevo León.
¿Quieren que se acelere toda Cananea?
Muy de mañana, los contratistas del Grupo México son recibidos por piquetes de mineros que bloquean los accesos a la mina, con piedras en los caminos. Por delante van policías estatales a abrir paso. Quitan las piedras en la puerta 2. Los mineros las vuelven a poner. Las camionetas de la policía pasan por encima de ellas. A las 6:45, los elementos de la Policía Federal que resguardan el lugar se lanzan sobre los mineros y los dispersan con gases. Pero no quedan contentos. Los persiguen por las callejuelas de la colonia Cananea Vieja. Los trabajadores les lanzan piedras. Los policías las regresan.
Dos mineros buscan protección en la casa de la familia Durán. Hasta ahí llegan los policías echando mentadas. Golpean la reja con sus toletes. Exigen que les entreguen a los mineros. Los mandan al diablo. “No sé qué tiene este gobierno jodido, ¿quiere que se acelere toda Cananea?, dice Alfonso Durán, el abuelo de la familia. “Aquí tenemos niños, nos aventaron sus gases esos… Si se mete un cabrón de esos yo le doy un plomazo”.
A unos pasos está el camino que conduce a la puerta 2 de la mina. En la persecución, tres trabajadores son alcanzados y uno, Ricardo Díaz, recibe un proyectil de gas lacrimógeno en la cabeza. Un policía federal, según testimonio de los mineros, se lleva una pedrada en la cara.
Pero no son los únicos que se llevan golpes, ni los únicos con los ojos llorosos y la cara de angustia que dejan los gases.
La Policía Federal logra despejar el acceso y entran vehículos particulares con los esquiroles, pipas de agua, camiones con maquinaria y autobuses repletos de más policías (a partir de este viernes, por cierto, no hay espacio disponible en los hoteles locales, ya de por sí llenos de agentes federales y estatales).
Sentada en el quicio de su puerta, Edith Carmona, niña de segundo de secundaria, trata todavía de jalar aire y se seca con su toalla rosa. Adentro está mi abuelito, Sixto Zepeda, que no puede caminar
. Edith tiene un tío minero, pero muchos de los vecinos nomás pagan el pecado de vivir cerca de la mina. Que les tiren a ellos (los mineros), nosotros aquí tenemos criaturas
, dice Ramón Verdugo, al tiempo que muestra los cartuchos de gas lacrimógeno. ¡Y para colmo ni tenemos agua!
, grita su esposa a un lado.
En varias calles a la redonda los vecinos se quejan de lo mismo, mientras muestran cartuchos y piedras. Mire, ésta cayó aquí
, enseña un rocón una viejita de 90 años. Una voz dentro de la casa dice: Que se metan aquí, desgraciados, aquí tengo un hacha
.
En la loma que se divisa desde la calle Veracruz, los policías celebran su triunfo a pura palabrota: ¡Ora sí vengan, hijos de la chingada!
¿Eso querían, culones? ¡Vengan por más!
Un funcionario de protección civil municipal pregunta en cada casa si necesitan un médico. Luego va a pedir al oficial al mando que se limiten a proteger la mina y no incursionen en las casas: Pero si aquí hemos estado, ¿no nos ve?