Opinión
Ver día anteriorLunes 7 de junio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Balance de la Jornada

Los fanáticos mexicanos, como en Argentina 78

La generación dorada, a prueba

A

ires triunfalistas recorren nuestro futbolero país, luego de la sorpresiva victoria sobre Italia. Las televisoras, impulsadas por el negocio y el rating acabaron los adjetivos para alabar a la selección, y con su lógica mercantilista concluyen que si se le pudo ganar al campeón mundial, entonces México está para llegar al añorado quinto partido.

La maquinaria televisiva vende ya sueños campeoniles a unos fanáticos que por todos lados andan ya con la verde en el pecho. Sin embargo, el entorno es muy similar a lo vivido en Argentina 78.

El equipo de José Antonio Roca llegó al Mundial del Matador Kempes con triunfos resonantes en Europa y una camada juvenil encabezada por el entonces Niño de Oro Hugo Sánchez y Víctor Rangel, entre otros.

Las cuentas alegres daban triunfos sobre Túnez y Polonia y un empate ante Alemania, así como ahora se consideran victorias ante Sudáfrica y Uruguay y la igualada con Francia, según una encuesta dada conocer esta semana.

El lugar de Hugo y compañía es ahora ocupado por Giovani dos Santos, Carlos Vela, Efraín Juárez, Chicharito Hernández y Guillermo Ochoa, aunque en favor de los actuales hay que decir que algunos estuvieron en el título del Mundial Sub-17 de Perú 2005, máximo logro de nuestro sui generis panbol..

Y si en favor de este equipo está el hecho de que no le tienen miedo al triunfo –Rafael Márquez integra un Barcelona de época y Cuauhtémoc Blanco ha demostrado que sabe echarse el equipo a la espalda–, en contra tiene no sólo al excesivo optimismo, sino también al invierno sudafricano, como no sucedía desde el mencionado 1978.

Para el primer Mundial en tierras africanas, el clima gélido será un elemento a considerar. Después de 32 años, la todopoderosa FIFA decidió que el futbol se juega mejor sin calor y le quitó a los tricolores lo que muchos consideran había sido un elemento favorable.

Si el futbol mexicano es capaz de jugar a mediodía, en una altitud como la de la ciudad de México o Toluca, la Copa del Mundo no representaba mayor problema en ese sentido. Pero Sudáfrica estará en invierno, como Argentina, y confiemos en que a los nuestros no se les entuman las piernas ni congelen el sueño de millones.

En el 78, la llamada esperanza verde terminó con tres derrotas –12 goles en contra y dos a favor– en el último lugar general, lo que ahora se prevé que no suceda, ya que por primera vez se cuenta con muchos elementos en el futbol de Europa, aunque la mayoría calienten banca, y México es hoy una de las ligas económicamente más poderosas del mundo.

Más allá de los malos recuerdos y el clima, el Tri deberá superar desde este viernes fantasmas como la falta de definición y el juego a balón parado. De nada servirá tener el control del esférico durante todo el partido –aunque la mayor parte sean pases laterales o hacia atrás– si no se concreta o se sufre cada vez que se ve venir una pelota elevada.

Después de tanto tiempo de concentración por fin se vislumbra al equipo titular en el que la sorpresa podría ser el veterano Óscar Pérez en el partido inaugural. Si Javier Aguirre desechó sin miramientos una promesa como Jonathan dos Santos –aunque el hermano de Gío encontró consuelo dos días después con su renovación con Barcelona y clausula de rescisión de 30 millones de euros–, bien podría dejar en el banquillo a Ochoa, a quien muchos consideran el futuro en la portería pero que no sabe salir ni por equivocación.

Otro joven que podría sufrir es Andrés Guardado, quien estaría pagando sus críticas por ser cambiado de posición, además de que Efraín Juárez dio un partidazo ante los apáticos italianos. También se considera a Rafa Márquez en la contención, lo que es positivo por la visión de juego y pases precisos que tiene, mientras Dos Santos pareció reponerse del golpe que representó la salida de su hermano y podría ser el elemento desequilibrante de un equipo chato por tradición.

Lo que también ha quedado claro es que Cuauhtémoc Blanco anda lento y fuera de ritmo, pero le quedan polvos de aquellos lodos y es capaz de cambiar el rumbo de un partido como el pase magistral que dio para el gol del Venado Medina, en el triunfo 2-1 sobre Italia que puso a muchos a soñar. Ya falta menos para toparse cara a cara con la realidad.