Opinión
Ver día anteriorLunes 7 de junio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los Patos, un cuarto de siglo
E

stán circulando ya las invitaciones para la celebración de los 25 años de vida de la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual SCL, empresa de carácter social y solidario que se ha mantenido contra viento y marea y a pesar de incomprensiones del sistema neoliberal, indiferencia de las autoridades federales y no pocas veces persecución feroz para evitar su presencia en la economía de México, continúa como un ejemplo de solidaridad frente al egoísmo y ceguera del sistema injusto del libre mercado.

Como es sabido, pero no sobra recordar, la historia de la Cooperativa Pascual está llena de momentos dramáticos y de incertidumbre, pero también de éxitos derivados de la constancia y la fe en la justicia. Para defender sus derechos laborales, los trabajadores de la empresa Pascual se fueron a la huelga exigiendo al dueño de la refresquera las prestaciones a las que tenían derecho y les eran escamoteadas.

La lucha en contra de un patrón intransigente y sin sentido alguno de justicia social fue dura y se de-sarrolló en un frente jurídico, ante la Junta de Conciliación y Arbitraje, y en otro, por vías de hecho, abierto por el dueño de la empresa, a través de enfrentamientos con golpeadores y pistoleros que dejaron muertos y lesionados entre los huelguistas.

La dura confrontación fortaleció la unidad y el sentimiento de dignidad en los asalariados de la Pascual, quienes tuvieron que buscar fuentes alternas de ingresos para no ser derrotados por hambre. Tanto en el juicio como en la lucha callejera, los trabajadores de la Pascual, Los Patos, como se les empezó a llamar, contaron con dos aliados que acabaron por inclinar la balanza a su favor. Uno fue la figura nacional y respetada del líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo, quien no escatimó presencia ni esfuerzo y aconsejó, alentó y estuvo siempre cerca de dirigentes y trabajadores. El otro aliado, de mil cabezas, fue el pueblo del Distrito Federal que respondió en todo momento aportando desde pocas monedas en los cotidianos boteos hasta palabras de aliento y entrega de toda clase de apoyo.

Con estos aliados y otros muchos, entre los que estuvieron artistas plásticos, escritores y estudiantes, y un buen equipo de abogados laboristas salieron adelante y al final, como pago de salarios caídos, les entregaron la maquinaria oxidada por falta de mantenimiento y en algunos casos obsoleta, además de los terrenos de Clavijero, donde se ubicaba la planta. Así quedaron las cosas en la mañosa determinación del entonces secretario de Trabajo, Arsenio Farell Cubillas, quien les dejó una bomba de tiempo con la indeterminación de la propiedad de la planta. Ese descuido u olvido interesado, a la larga llevó a un nuevo litigio ventajoso que se perdió a la legalona, olvidando los contrarios de Los Patos el dicho de mis tiempos infantiles: el que da y quita, con el diablo se desquita.

A pesar de eso y de otras vicisitudes y tropiezos, la cooperativa cumple 25 años de vida fructífera, demostrando que sí es factible defenderse de los monopolios trasnacionales y derrotarlos en su propio terreno; que sí es factible la economía social y que no es una utopía establecer empresas sociales exitosas.

La lección de Los Patos es que, para quienes lo hayan olvidado, el artículo 25 de la Constitución está vigente y podemos leer en él lo siguiente: Al desarrollo económico nacional concurrirán, con responsabilidad social, el sector público, el sector social y el sector privado. Y este otro párrafo sin desperdicio: Bajo criterios de equidad social y productividad se apoyarán e impulsarán a las empresas de los sectores social y privado de la economía, sujetándolos a las modalidades que dicten el interés público y al uso, en beneficio general, de los recursos productivos, cuidando su conservación y el medio ambiente. La ley establecerá los mecanismos que faciliten la organización y la expansión de la actividad económica del sector social: de los ejidos, organizaciones de trabajadores, cooperativas, comunidades, empresas que pertenezcan mayoritariamente o exclusivamente a los trabajadores y, en general a todas las formas de organización social para la producción, distribución y consumo de bienes y servicios socialmente necesarios.

Los ministros de la Suprema Corte de la Nación olvidaron que junto al derecho público y al derecho privado hay otra rama, que es la del derecho social; el gobierno da la espalda y persigue a sindicatos, cooperativas, ejidos y cualquier otra forma de organización popular, pero deben saber que con esas actitudes están violando la Constitución que prometieron cumplir y que un día, no lejano, el pueblo se los reclamará.

La Cooperativa Pascual es un recuerdo vivo de que estas disposiciones fundamentales de nuestra Carta Magna no son letra muerta.