Presentó la obra con la cual ganó el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2010
En el Libro del abandono propone buscar la belleza mediante la escritura, no la felicidad
Miércoles 2 de junio de 2010, p. 4
¿Qué sería de una sociedad en la que el soldado o el narcotraficante, antes de hacer lo que acostumbran, se detuvieran a contemplar la belleza? De seguro, no habría al otro día el horror en el que vivimos
, reflexiona el poeta Javier Acosta (Zacatecas, 1967), ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2010.
Filósofo y profesor universitario de teoría del arte y hermenéutica, el escritor habla en entrevista con La Jornada acerca de la necesidad de que se invite a todo el mundo a escribir, con la misma intensidad con que se promueve la lectura.
“Fernando Pessoa dice en uno de sus poemas que, como las palabras esdrújulas, todas las cartas de amor son ridículas, pero solamente son ridículas las vidas de quienes no han escrito cartas de amor. Es decir, cuando alguien se enfrenta a la posibilidad de escribir y plantear así la experiencia de la vida, en ese momento algo crece en el interior: te hinchas de sangre, porque es el momento en el que tienes que ser más grande de lo que eres para escribirlo.
La experiencia de la creación es lo más grande del mundo. Todos deberíamos escribir. Y quizá no sean textos con valor para la historia de la literatura, pero son acontecimientos del espíritu, poemas que constituirían una celebración a la vida; todos ganaríamos mucho con eso.
Acosta obtuvo el que se considera uno de los galardones de poesía más importantes del país, luego de que en 2008 fue declarado desierto, y después de que en 2009 lo obtuvo Javier Sicilia por su Tríptico del desierto, en el que plasma experiencia y un vocabulario religioso, entrecruzado con tradiciones poéticas y realidades sociales de diverso signo
, según determinó el jurado.
El poeta zacatecano presentó al certamen su Libro del abandono inundado por cierto misticismo curiosamente escéptico
, con una originalidad y una expresión poética caracterizadas por un uso hermoso y eficiente del lenguaje
, se argumentó en el acta de premiación.
Los dos poemarios resaltan la espiritualidad del ser humano. Al respecto, Acosta comenta que su trabajo “en cierto modo es religioso y refleja el desamparo, algo en lo que coincido con Sicilia, pero en mi caso es una religiosidad sin un Dios, remontarse de lo religioso hacia lo sagrado, como un salmón que remonta un río.
“Es una idea del músico Carlos Santana, quien en un concierto dijo ‘existir es sagrado’. Hay algo todavía más divino que la noción de Dios, y es lo sagrado. En este sentido, en el libro se plantea la lucha de un hombre contra su alma, para salvarla: una guerra a vida contra la muerte, contra el nihilismo. El arte en general es una lucha a vida contra la muerte incesante del nihilismo y la falta de valores para todo; se trata de restituir el valor de la vida.”
Lo sagrado, explica Acosta, “nace con la poesía misma; se trata de percatarse de que hay un solo momento para lo sagrado, y es el aquí y el ahora, el hecho de existir es sagrado. Pero nos hemos tomado un potente narcótico que nos impide verlo, porque nos hemos olvidado de leer, hemos dejado de relacionar una cosa con otra, de celebrar al otro; ahora todo está mediatizado.
“Estamos castrados, ya no sabemos qué es la consideración, es decir, respetar al otro como algo sagrado y no usarlo como un medio para lograr algo. Eso es lo que sucede ahora: las personas son medios para conseguir dinero, una posición social, cosas materiales. Sufrimos un largo proceso de devastación no sólo de lo visible.
Perdimos la facultad de divinizar al mundo, y así nos va. La idea de los sagrado, la del aquí y ahora, implica que consideremos al otro como alguien sagrado, al igual que el momento que vivimos, el aire, las voces que se escuchan alrededor: y pensar que no hay otro momento para existir. La poesía y la literatura consiguen ponernos en el lugar del otro.
La génesis del Libro del abandono la ubica Acosta en la aparición del disco Ten New Songs, de Leonard Cohen, “porque hay algunas canciones que hablan de nuestra apertura a una cosa más fuerte que nos gobierna: el Eros, y el ponerte al servicio de vida, y al servicio del otro. A partir de ahí empecé a escribir.
Hay que buscar la belleza a través de la escritura, no la felicidad, no el dominio. La belleza no es posesión. Por ejemplo, los niños hacen poemas, aunque no los escriban, pero los adultos los castramos. No hagamos eso
, concluyó el poeta, quien presentó su libro el lunes en el Palacio de Bellas Artes.