a casa que fue de Isidro Fabela, muy bien restaurada y habilitada, se encuentra en la plaza de San Jacinto número 16, en el centro de San Ángel y es la sede de este museo que alberga importantes acervos bibliográficos (incluido el criminológico de don Alfonso Quiroz Cuarón), una pinacoteca permanente que vale la pena visitar y áreas de exposiciones temporales.
En los corredores externos del segundo patio se exhibe la muestra del estadunidense Jacobo Heller Stolman (1914-2002) introducido por la curadora Esther Echeverría (viuda del pintor Enrique Echeverría) y por Enrique Azuara Pliego, autor de apretada síntesis biográfica sobre Heller, quien llegó a México a finales de 1953.
Se anota en la cédula curricular que estudió con José Luis Ruiz; al parecer existe confusión posiblemente generada por páginas de Internet.
Quizá se trata de Guillermo Ruiz, quien esculpió principalmente cabezas, promovió se diría que a capa y espada
el trabajo en talla directa, madera o piedra y aunque no fue uno de los fundadores de La Esmeralda, sí lo fue de los talleres de talla ubicados en el ex convento de La Merced, que datan de 1927.
La apertura de La Esmeralda, como Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, es de 1943 y su fundador fue Antonio Ruiz, El Corzo, quien con amplio poder de convocatoria se hizo de los más reconocidos creadores mexicanos como maestros. Heller acudió a La Esmeralda, fue quizá alumno de Guillermo Ruiz y se abocó a recrear ciertos elementos prehispánicos en sus tallas en madera, algunas de las cuales conjuntan un buen sentido artesanal con la estilización formal propia de los años 60. En ese sentido quizá experimentó algún influjo de Pedro Coronel, egresado de La Esmeralda.
Según los datos recabados en la exposición, Heller exhibió en el Whitney Museum antes de su llegada a México.
Pudo haberlo hecho en el Whitney Studio Club impulsado por la acaudalada escultora Gertrude Vanderbilt Whitney, pero no en el Whitney Museum, que se inauguró hasta 1966 en el edificio de Madison Av., proyectado por Marcel Breuer.
Otro dato corregible es el que adjudica la ubicación de la primera Bienal Nacional de Escultura del INBA (1962) al Museo de Arte Moderno, eso no ocurrió, porque el MAM se inauguró en 1964. Sucesivas bienales de escultura sí tuvieron lugar en sus jardines.
De algún modo se insinúa que Jacob Heller Stolman estuvo relacionado con la generación de Ruptura. Manuel Felguérez, Vicente Rojo y Gilberto Aceves Navarro fueron consultados al respecto, sólo a los dos primeros les suena
el nombre, pero no recuerdan algo ni de su persona ni de su obra.
Ésta se integra fundamentalmente de tallas en madera directa, unas mejores que otras. Resalta la titulada Hombre, con buen desplazamiento de volúmenes alternando con oquedades.
Es una buena pieza, plenamente sesentera
; otra que destaca ofrece resabios anatómicos, es también talla directa y se desenvuelve en sentido vertical. Las obras se encuentran todas fechadas entre 1955 y 1965
según rezan las cédulas.
A las esculturas exentas, varias de pequeñas dimensiones (posiblemente concebidas como maquetas) se añaden máscaras o cabezas, las hay en bronce patinado y pudiera ser que algunas acusen conocimiento de obras gráficas de José Luis Cuevas.
Los bajorrelieves policromados o en sólo dos tonos indican conocimiento y dominio de la xilografía, pero en este medio sólo hay dos impresiones de paisajes, interesantes como ejemplos mexicanistas, pero quedaron medio ocultas porque se prefirió dar visibilidad a coloridas composiciones, poco relevantes.
El currículo exhibido incluye participación en El jardín del arte y eso es plausible. Como asociación civil con estatutos, el jardín
de Sullivan data de 1955 y el de San Jacinto, justo frente al Risco, es algo posterior. Los expositores extranjeros podían exhibir allí por un periodo de tres meses, al menos. Las pinturas sobre madera de Heller, de las que se exhibe un buen contingente, son por lo general de pequeñas o medianas dimensiones, ad hoc para trasportarlas a tales ámbitos semanalmente.
Es positivo el homenaje que se realiza en su torno, pero eso no implica que pudiera insertársele en la Ruptura, cosa contraria a lo que sucedió v.gr. con Pablo O’Higgins o Mariana Yampolsky en el contexto de la Escuela mexicana o del neoyorkino Phil Bragar en época posterior. Quizá este último sí lo conoció personalmente.