El Cuau y el Bofo no convencen y el Vasco improvisó a Guardado
i se trata de ocultar la táctica y despistar al enemigo rumbo al juego importante, entonces todo marcha viento en popa. La estratagia del seleccionador Javier Aguirre sería perfecta. Tan buena, que hasta los mismos aficionados mexicanos tienen apenas vaga idea de cuál será la alineación tricolor para el 11 de junio en Johannesburgo.
Ante equipos importantes el Tri ha tenido rendimiento aceptable sólo 45 minutos. El primer tiempo ante Inglaterra y el segundo frente a Holanda, con sendas derrotas, pusieron de relieve la falta de trabajo en la definición y las fallas en acciones a balón parado. La concentración larga en Avándaro sólo parece haber servido para grabar comerciales para la pantalla chica.
Pero el camino de espinas del Vasco rumbo al Mundial no se compara con el de Manuel Lapuente rumbo a Francia 98. La gira europea ha resultado ligth, más aún tras el partido ante la débil Gambia, con goliza de 5-1 que, pese a las muchas fallas, revitalizó los ánimos y dio cierto sentido al discurso, en exceso optimista, de los jugadores que aseguran no ser menos que holandeses e ingleses.
Hay amenaza de catástrofe. Por un lado, Cuauhtémoc Blanco, que es bien pedote
(Javier Aguirre dix it), fuma, bebe y trasnocha dónde y cómo le da la gana, y por el otro, se tiene al Bofo Bautista de reacción lenta, indispuesto para la recuperación rápida de balón, propenso a perderse y pasar inadvertido en los partidos. Frente a esto, el laboratorio Aguirre-Carrillo puso manos a la obra.
La alquimia del cuerpo técnico encontró nueva posición para Andrés Guardado, a quien ha improvisado como creativo. Mientras el toluqueño Sinha está de vacaciones, el jugador del Deportivo La Coruña se convirtió en arcilla en manos de los apurados estrategas, quienes han puesto un par de pasos adelantado a Rafael Márquez. Pero ni así el Tricolor ha logrado dar solidez y fuerza a sus ataques.
La prueba de fuego es Italia. Nadie está soñando con una victoria, pero se espera ver por fin a un equipo competitivo, con mejoría en la marcación ante unos duros adversarios. Por lo pronto, Aguirre aplazó unas horas el anuncio de su lista de 23 mundialistas. Todo indica que la victoria ante Gambia, de manufactura chiva, le dejó dudas.
El draft, cada vez más opaco y pobre, dio apenas dos o tres campanazos, no en cuanto a cifras, sino a movimientos sorpresivos, como la salida de Federico Vilar –símbolo azulgrana– que pasó al Morelia, o el descenso del goleador histórico del Tri, Jared Borgetti, al León, de la Liga de Ascenso.
El América no oculta su desesperación. Primero anunció la contratación de Manuel Lapuente, técnico experimentado y estudioso, que no tuvo buena química con la afición en sus etapas anteriores por su táctica que derivaba en juego deslucido. Luego, como niño berrinchudo y ante el campeonato del Toluca, exigió el reconocimiento de sus títulos más recónditos. Todo, antes que verse igualado en su presunta grandeza.
Y para rematar, la directiva emplumada copió la estrategia del popular técnico Chelís, esa de revivir muertos
, de dar a jugadores la oportunidad de ir por su torneo de revancha, y quién mejor que el recién fallecido
Matías Vuoso, que en la final Santos-Diablos cavó su tumba de grotesca manera y de inmediato fue transferido por los de Torreón.
Los equipos grandes en afición son los que más pesar causan. Chivas no se reforzó, mientras Cruz Azul sólo sumó a Gonzalo Pineda y anunció que la apuesta es por sus fuerzas básicas, pero, para ser coherentes, le faltó dar de baja a los irregulares Maximiliano Biancucchi, Emanuel Villa, Christian Giménez y al disminuido César Villaluz.
Pumas, ahora en el timón con Guillermo Vázquez Herrera –el jugador más gris de aquel colorido Toros Neza–, pinta para ser un equipo del montón. No hizo contrataciones, el improductivo Dante López tiene continuidad y se deshicieron del Cachas Íñiguez, así como de un puñado de canteranos... Lo mejor de los auriazules seguirá siendo su público fiel y apasionado.