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Así suena la especie humana
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Periódico La Jornada
Sábado 24 de abril de 2010, p. a16

Un géiser de voces. En eso se ha convertido Bobby McFerrin. La consecución de su nuevo disco lo consagra luego de una trayectoria variopinta que va de la sencillez motivacional (la bella canción-himno Don’nt Worry, Be Happy) hasta lo sublime (sus grabaciones con música de Mozart) pasando por episodios insólitos: una orquesta nacida de su pecho.

Siete años tomó el proyecto que ahora llega a México cristalizado: VOCAbuLarieS, hermoso título del disco compacto que espejea la jiribilla de su contenido: el gozo de las palabras contoneadas, deletreadas, descifradas en paladar, lengua, labios y todo el aparato fónico y que rompe con la barrera de los idiomas: VOCA es vocal pero también consonante y también BOCA; bu es interjección, susto, llanto, brújula; Larie es nombre propio pero también ajeno; S es silbido serpiente suspiro sssss. VOCAbuLarieS.

Un gemido que viene desde el Big Bang y se extiende por todas las eras.

Escuchar este disco-arcón-de-maravillas entabla el espíritu de las personas en un estadio de encantamiento, en un estado de gracia, en un establo de vacas que mugen, hordas de gnomos que silban, antorchas en la noche cuyas flamas danzan, imprecaciones sin tiempo, guturaciones preñadas de ternura. Y en el fondo, y en el cielo, y circundándonos, la sensación fidedigna de que estamos soñando y en sueños emitimos un silbido suave y tierno y dulce y benigno. Una melopea de ángeles.

Vaya magia blanca sonante todo este disco.

Para grabar su obra maestra, VOCAbuLarieS, el arcángel negro Bobby McFerrin se apoyó en un equipo de titanes, un coro de gladiadores y un arsenal tecnológico al servicio de lo humano, profundamente humano: un coro formado por medio centenar de cantantes de orígenes en apariencia disímbola, unidos por la magia de McFerrin.

El listado de la pléyade lo encabeza la belleza de Lisa Fischer, la cantante que acompaña a sus Satanísimas Majestades los Rolling Stones y en ocasiones también a Eric Clapton en sus giras y en sus discos. También figura la reina innovadora del jazz brasileño, Luciana Souza. Y también la señora Janis Siegel, integrante del legendario grupo coral Manhattan Transfer. Y los integrantes del agrupamiento señero New York Voices, et al.

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El músico estadunidense Bobby McFerrin saluda a los asistentes a su concierto del 14 de febrero de 2008 en Bellas ArtesFoto Marco Peláez

Sesiones incontables de grabación, en grupos por separado, sumaron horas y horas de archivos. La mezcla final requirió de más de 100 gigas de memoria de audio para contenerla. Y el resultado se tradujo en una cifra astronómica y a la fecha inimaginada para el oído: un coro de mil 400 tracks !!!!

Y así de increíble se escucha.

Siete piezas conforman el álbum. Su naturaleza es por completo distinta a lo hasta entonces conocido, incluso del mismísimo repertorio de Bobby McFerrin (de quien el Disquero ha compartido sus obras completas en este espacio, consecutivamente) y se emparenta ahora más con el arte supremo de la flaca sublime Meredith Monk.

Vaya, el resultado es ahora tan apabullantemente asombroso, tan estéticamente redondo, tan logrado que al escuchar el track 4 uno rememora de inmediato una obra maestra monumental: Stimmung, de Karlheinz Stockhausen, por sus puntos de confluencia: el canto como acto humano primigenio y la dialéctica multívoca volcada hacia Babel: palabras cantadas en sánscrito (mantras, por supuesto, en el caso de McFerrin y también de Stockhausen), árabe, portugués, español, celta, mandarín.... La glosolalia que imaginó James Joyce en su novela Ulises. El canto como expresión cabal de nuestro más profundo ser. Parafraseando a nuestro maestro Carlos Montemayor: así suena la especie humana.

Y como la dicha nunca viaja sola, junto a esta novedad discográfica esplende la redición de uno de los álbumes favoritos del Disquero: Bobby McFerrin. Chick Corea. The Mozart Sessions. Y otra maravilla: Beyond Words, cuyo mismo nombre lo dice todo.