El Circo Atayde Hermanos comenzó temporada en el Teatro de la Ciudad
La compañía presenta un espectáculo en el que de manera temporal cambia la carpa por el escenario
Con un documental circense, la agrupación fundada en 1888 hace un recuento de su trayectoria
Sábado 3 de abril de 2010, p. 2
Comerse las uñas o taparse los ojos. ¿Gritar? Ni pensarlo. Podría aumentar el riesgo. Imposible mantenerse ajeno a la sensación de peligro proveniente del escenario del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
Adultos y niños permanecen boquiabiertos. No salen de una sorpresa cuando los artistas del Circo Atayde Hermanos ya los tienen inmersos en otra, todavía más impactante.
Un musculoso hombre suspendido a 10 metros de altura, sin amarres ni otro tipo de protección se juega la integridad física sobre una especie de trapecio en el que se desenvuelve de manera tan natural y con una frialdad que más pareciera estar a ras de piso.
Tras una serie de evoluciones y piruetas, de forma súbita salta hacia el vacío, con sus manos en alto, como un clavadista, lo que rompe el sepulcral silencio de la sala y da paso a exclamaciones y gritos de sorpresa y espanto. No hay red de protección ni nada que detenga su caída.
Para azoro de todos, ese corpulento personaje de larga caballera no cae al piso sino que gira 360 grados sobre esa delgada barra de metal, como si estuviera atado a ella, teniendo como eje sus propias piernas.
Estallan los aplausos a rabiar, al tiempo de que, sea de manera abierta o interna, se genera entre el público la inquietud de cómo fue posible tan sorprendente acto. ¿Imanes en los zapatos?, ¿correas invisibles atadas en los pies o en la cintura?, ¿el conocimiento y dominio perfecto de ciertas leyes de la física?, ¿ilusión óptica?
El misterio crece aún más cuando el acróbata repite esa acción, pero esta vez sostenido sólo en una de sus piernas. El susto queda atrás y deja paso a la sorpresa y la emoción incontenibles.
Historia centenaria
Renovarse o morir pareciera ser la consigna que hay detrás del espectáculo A escena..., con el cual el Circo Atayde Hermanos –el más antiguo de México, con 122 años de existencia– cambia la carpa y la pista por el teatro y el escenario, así sea de forma temporal.
Como se publicó en estas páginas en la edición del pasado jueves primero de abril, la agrupación circense –apoyada por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal– decidió realizar una breve temporada en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, del 2 al 11 de abril, a partir de la necesidad urgente de actualizarse y adaptarse a los nuevos tiempos
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Fue de esa manera como se concibió dicho espectáculo, el cual es el que tradicionalmente puede disfrutarse en una carpa circense, con la diferencia sustancial de que se prescinde de animales. La apuesta está centrada exclusivamente en la capacidad humana.
Si bien no hay una dramaturgia formal, como sí ocurre con las propuestas de circo contemporáneo que ya se presentan en teatros y auditorios, como la del Cirque du Soleil, A escena... sí parte de un guión mediante el cual se cuenta de forma somera la historia del Circo Atayde Hermanos, fundado el 26 de agosto de 1888 en Mazatlán, Sinaloa. Algo así como una especie de documental circense.
El recuento comienza cuando el presentador recuerda que fue en la carpa de este circo donde Francisco I Madero celebró un famoso mitin antirreleccionista.
Y así, conforme avanza el espectáculo se va ilustrando década tras década, con los éxitos de los hermanos Atayde como trapecistas y del circo en diversos puntos del mundo, hasta llegar a 1978, año difícil para esta agrupación artística al aparecer versiones pirata de la misma, que hasta la fecha se mantienen.
El recuento termina en 2010, con la consolidación de éste como el más importante circo mexicano y uno de los más relevantes del mundo, encabezado por lo que es la quinta generación de la familia Atayde.
Encanto y adrenalina
Desde que se realiza la tercera llamada y suena de inmediato la música festiva y a veces hasta cómica inherente a este tipo de espectáculos, no hay el descanso para la capacidad de divertirse, sorprenderse y hasta asustarse. Del azoro y el ensueño se pasa a la risa y la emoción, y de éstas a la magia y la sorpresa.
Un mago convierte una servilleta en una flor de papel y la hace flotar para luego, tras incendiarla, transformarla en una rosa verdadera; o cuando corta por la mitad a un hombre y éste se mantiene con vida no obstante sólo poseer de la cintura para arriba.
Esta es sólo parte de la magia y el encanto que el Circo Atayde Hermanos ofrece en el Teatro de la Ciudad (Donceles 36, Centro Histórico) del 2 al 11 de abril. Funciones: viernes, a las 20:30 horas; sábados a las 13 y 19 horas, y domingos a las 13 y 17 horas.