n la audiencia pública realizada para informar en relación con la ampliación del proyecto de Sempra Energy, que se llevó a cabo el primero de junio de 2006, la representación de la empresa informó que la ampliación implica la construcción y alargamiento del rompeolas y del muelle de descarga. Donde antes descargaba un solo barco, ahora descargarían simultáneamente dos metaneros y argumenta lo que sigue.
En el proyecto autorizado hay dos tanques, cada uno de 160 mil metros cúbicos de capacidad, en la ampliación se pondrían dos tanques adicionales para un total de cuatro tanques. En el sistema de descarga del gas natural en el muelle hay tres brazos de descarga de 16 pulgadas en el proyecto original; ahora habría cinco brazos de descarga. La longitud del rompeolas en el proyecto original está autorizada con 836 metros de longitud al cual se le agregarían 464 metros para un total de mil 300 metros de longitud para el rompeolas. Unidades de electrocloración para tratamiento del agua de mar: habría dos contempladas y se agregaría una para un total de tres. En cuanto a la generación eléctrica para la terminal se consideraban tres turbogeneradores para un total de 14.2 megavatios, ahora se consideran cuatro de 14.2, para un total de siete turbogeneradores de 14.2 megavatios. En el sistema de generación eléctrica para las plantas de inyección de nitrógeno tampoco se había considerado la generación que necesitaba, ahora se están considerando cinco turbogeneradores. Es importante también la generación eléctrica para la planta desaladora con un turbogenerador que se va agregar.
Si ya existían irregularidades, esto cambió totalmente la perspectiva, considerando que el daño causado al lecho marino y al hábitat de la flora y la fauna es mucho mayor con la construcción del muelle adicional y el alargamiento del rompeolas; además, el nuevo proyecto incrementa en cientos de miles de metros cúbicos la cantidad de agua fría vertida diariamente al océano por los procesos de regasificación y la cantidad de cloro, biocidas y alguicidas para conservar las tuberías de la instalación utilizados, cuya cantidad no se especificó en el proyecto. El daño en caso de un siniestro crecería también exponencialmente. Asimismo, al duplicarse el tráfico de metaneros de gran calado –el proyecto inicial planteaba de dos a tres por semana, con la ampliación serían de cuatro a seis por semana– se trastorna en mayor medida el hábitat de la fauna y mamíferos marinos, algunos de los cuales están considerados especies en peligro. ¿Cómo es posible que aún sin estar en operación el proyecto y verificados los daños que pudiera causar se permita una ampliación? ¿Es posible que las autoridades no hayan notado la forma perversa en que se obtiene una autorización para después simplemente cambiar los números? En ese mismo punto se indica que “la experiencia en la operación de instalaciones similares indica que prácticamente el riesgo de explosiones es nula…” Sin embargo, la realidad señala importantes accidentes ocurridos en diversas instalaciones de gas natural licuado.
En octubre de 1944 en Cleveland, Ohio, explotó un tanque de GNL que mató a 128 personas; se argumentó que no tenía muro de retención y que había sido construido durante la Segunda Guerra Mundial, en medio de un estricto racionamiento de metal. En febrero de 1973 en Staten Island, Nueva York, se incendió un tanque de almacenamiento mientras era reparado. La presión aumentó rápidamente dentro del tanque, lo que hizo ceder la cúpula, que cayó dentro del mismo, lo cual provocó la muerte de 37 obreros. En 1979 falló una bomba en la instalación de GNL en Cove Point, Maryland, lo que liberó vapor de gas, mismo que se infiltró en los conductos eléctricos. El cierre del circuito provocó la ignición de los gases, dejando por saldo un trabajador muerto y severos daños al edificio. En enero de 2004, ocurrió un accidente en la planta de licuefacción de Sonatrach, Argelia, que dejó 27 muertos, 80 heridos y tres trenes de GNL destruidos. En ese año, la producción se redujo en 76 por ciento.
Uno de los principales argumentos que se planteó a los medios de comunicación fue que la planta traería enormes beneficios por la creación de empleos. Sin embargo, la gran mayoría fueron temporales, esto es, durante la etapa de construcción de la regasificadora. La manifestación de impacto ambiental (MIA) indica que para la etapa de operación, el total de trabajadores que se estima que van a trabajar en la terminal de gas natural licuado es de 82, de manera que los servicios requeridos serán mínimos.
¿Vale la pena la destrucción medioambiental, la pérdida de la belleza del paisaje y el riesgo para la vida marina de la zona y sobre todo comprometer la vida de las futuras generaciones por 82, 164 o más empleos que fueran?
Otro punto se relaciona con las descargas de aguas al océano. Sempra señala que se construirá un sistema de tratamiento biológico de aguas residuales, que incluirá un sistema separado de captación de aguas de lluvia y aceitosas y un sistema de tratamiento de aguas sanitarias (...) La descarga se hará en la parte norte del predio mediante un emisor submarino
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Cabe preguntar: ¿qué se va a hacer con las grasas y aceites que sean separados? Y las otras aguas que se junten y descarguen, ¿qué problemas de degradación ocasionarán en el sitio de descarga?