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Ejército de EU tiene doble misión: asistir y frenar posible éxodo de haitianos: The Independent

Militarización de Haití entorpece la ayuda: experto en derechos humanos

Estados Unidos debe miles de millones de dólares al país devastado: lo ha utilizado como hacienda; lo ha invadido, ha apoyado dictadores y arruinado su agricultura, asegura Bill Quigley

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En Cité Soleil, barrio pobre de Puerto Príncipe, día a día se repiten las largas filas de residentes para obtener una ración de agua y comida bajo la vigilancia de soldados estadunidensesFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 26 de enero de 2010, p. 24

Nueva York, 25 de enero. Aproximadamente 13 mil soldados estadunidenses –incluida la 82 división aerotransportada y una fuerza expedicionaria de marines– y 20 buques de guerra, además de un portaviones nuclear, más de 60 helicópteros y más de 200 vehículos militares están en la zona de operaciones conocida como Haití.

En total, el personal militar estadunidense asciende a 19 mil elementos, más de 124 aeronaves y otras naves que apoyan las operaciones de rescate, asistencia y tratamiento en respuesta a la crisis en Haití, según informes del Comando Sur de Estados Unidos, encargado de las operaciones estadunidenses en esta situación.

Además de los militares, hay personal y equipo de varias agencias gubernamentales estadunidenses, como el Departamento de Estado, la Agencia de Asistencia Internacional (USAID), los departamentos de Seguridad Interna, Salud y Servicios Humanos, entre otros, y un flujo de voluntarios que incluye bomberos y rescatistas de Los Ángeles y Nueva York, enfermeras y gran variedad de integrantes de grupos benéficos y ONG.

Invasión, o única opción

Aquí, como en Haití, hay un debate sobre si esta masiva movilización de recursos, personal y equipo encabezada por el Pentágono es una invasión, o si es simplemente la única opción para llevar a cabo una misión de este tamaño en estas circunstancias.

Hoy, como todos los días, los representantes del gobierno estadunidense reiteran que trabajan bajo la dirección, aprobación y autorización del gobierno de Haití.

Hillary Clinton, secretaria de Estado, enfatizó que es Haití y no la comunidad internacional el que debe determinar sus prioridades. Finalmente, es el pueblo haitiano el que levantará a su país y trazará el curso de su propio destino, dijo según su discurso preparado ante la primera conferencia internacional sobre la reconstrucción de Haití, realizada hoy en Canadá.

De hecho, pocos días después de que la respuesta inicial estadunidense provocó crecientes críticas por su tinte militar y unilateral, Clinton viajó a Haití y, con el casi invisible presidente René Préval, emitió un comunicado conjunto el 17 de enero, en el cual afirma que el presidente Préval, a nombre del gobierno y pueblo de Haití, da la bienvenida como algo esencial a los esfuerzos del gobierno y pueblo de Estados Unidos en la recuperación inmediata, estabilidad y reconstrucción a largo plazo y solicita que Estados Unidos asista en cuanto sea necesario para aumentar la seguridad en apoyo del gobierno y el pueblo haitianos.

Sin embargo, continúan las críticas tanto a la forma como a la sustancia de la respuesta estadunidense, sobre todo la enorme presencia militar en esta operación.

La militarización entorpece la asistencia, afirma Bill Quigley, director legal del Centro por Derechos Constitucionales y alguien con larga trayectoria de defensa de derechos humanos en torno a Haití. “Los objetivos de la asistencia humanitaria son radicalmente diferentes a los objetivos de los militares… La comunidad internacional tiene que otorgar las herramientas que los haitianos necesitan para ayudarse a sí mismos. No necesitan asistencia militar, necesitan alimento, agua, atención médica y ayuda”.

Quigley, entre otros críticos, ha señalado que los reportajes desde Haití en los medios estadunidenses, así como el debate político en Washington, carecen de contexto histórico, y pocos aluden a la larga historia de la relación bilateral. Desde 1804, cuando Haití se rebeló contra Francia y logró instaurar la primera república negra independiente del mundo, Estados Unidos rehusó reconocer al país durante los siguientes 60 años (ya que aquí seguía en práctica la esclavitud).

Quigley y otros argumentan que el debate no debe ser sobre qué tipo de asistencia debería dar Estados Unidos, sino sobre los miles de millones que se le adeudan a ese país. Estados Unidos ha usado a Haití como una hacienda. Ayudó a desangrar económicamente al país desde su independencia, lo ha invadido militarmente en repetidas ocasiones, ha apoyado a dictadores que abusaron del pueblo, ha usado el país como un desecho para sacar ventaja económica, ha arruinado sus caminos y agricultura y derrocado a funcionarios popularmente electos, argumenta en un artículo en Znet.

Otros señalan que las dimensiones de la catástrofe humana que provocó el sismo son en gran medida resultado de esta historia, y la pobreza que generó.

Pero ni el gobierno de Barack Obama, ni los europeos, ni la Organización de Naciones Unidas, ni en los teletones de los artistas y casi en ningún medio masivo en Estados Unidos se alude a esta historia, y menos a la responsabilidad que ahora tienen ante ella. Sin embargo, para los que sí desean recordarla aquí, como seguramente para muchos en Haití, la imagen de tropas, helicópteros y aviones militares provoca otro tipo de imagen, diferente a la de un rescate.

Por otro lado, se indica que las naves y los soldados están en Haití no sólo para entregar y coordinar la asistencia. Entre sus tareas está detener un éxodo internacional de haitianos, sobre todo a costas estadunidenses, y con ello causar otra crisis en las playas de Florida. El periódico The Independent reporta que funcionarios estadunidenses han elaborado planes de emergencia para enfrentar una potencial crisis migratoria, que incluye abrir espacios en centros de detención, como el de Guantánamo.

El portaviones Carl Vinson y un círculo de otras naves de la Marina tienen doble misión: entregar asistencia y formar una especie de bloqueo para evitar que los haitianos se atrevan a cruzar casi mil kilómetros hacia Miami. El objetivo (de la misión) es interceptarlos en mar y repatriarlos, declaró el comandante del guardacostas, Christopher O’Neil, informa The Independent.

O sea, se prestará ayuda a las víctimas, pero no se les permitirá escapar del desastre.