Antitaurinos priístas
uchísimo más fino deberá hilar el Partido Revolucionario Institucional (PRI) si pretende adelantarse en la descocada carrera por la Presidencia de la República o lo que de estas va quedando, luego de varias décadas de aprovecharse de la fiesta de los toros.
Han transcurrido nueve largos años en los que el dichoso PRI decidió reducir su papel de oposición a los vaivenes especulativo-coyunturales que su ideología trapecista le permite, desperdiciando, junto con el piadoso partido en el poder, una oportunidad histórica para impedir que el país continuara su hundimiento.
A falta de imaginación y sensibilidad políticas a que su experiencia lo obligan, el oportunista tricolor lanza ahora al ruedo de los ridículos al rijoso, rompe puertas, arrebata bicicletas y neo antitaurino diputado en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Christian Vargas, cuyo torero nombre no ha sido obstáculo para que, desde la temeridad de su ignorancia, proponga la prohibición de las corridas de toros en la ciudad de México.
Caricaturesca versión, por analfabeta, de la ineficaz medida adoptada por don Venustiano Carranza dos años diez meses antes de ser asesinado en Tlaxcalantongo, Puebla. Y caprichos de la historia: un sobrino-nieto del prohibidor Varón de Cuatro Ciénegas llegaría a ser primera figura del toreo con el nombre de Manolo Martínez. Claro que esas minucias no tienen porqué saberlas nuestros improvisados legisladores.
Ni tampoco estar enterados estos falsos representantes de la ciudadanía de que Carranza, en su retorcido decreto publicado el 11 de julio de 1917 que prohibía el espectáculo taurino en la capital, argumentaba que La diversión de los toros provoca sentimientos sanguinarios que por desgracia han sido un baldón de nuestra raza a través de la historia ((sic) y, en los actuales momentos, incentivos para las malas pasiones (resic) y causa que agrava la miseria de las familias pobres (sicucha), las que por proporcionarse el placer malsano de un momento (aquí el texto involuntariamente acierta al comparar un instante de magia tauromáquica con un orgasmo) se quedan sin lo necesario para el sustento de varios días
.
Sin embargo, detrás de la moralina seudocivilizatoria, los sentimientos modernizadores, la invocación prepanista a la familia y preperredista a los pobres, estaba la preocupación del coahuilense por la grave situación interna y externa que enfrentaba el primer régimen constitucionalista.
Igualmente los riesgos de concentraciones públicas semanales, así como la fuerte antipatía que provocó en Carranza la flexibilidad política de Rodolfo Gaona, para entonces figurón internacional del toreo, y sus indiscriminados brindis a don Porfirio, al presidente Madero y, el colmo, al usurpador Victoriano Huerta.
Ojalá este compadecido y oscuro legislador mejore y sustente sus argumentos en contra del muy criticable espectáculo taurino actual y no se limite a repetir la falacia de que el público siente placer con el supuesto sufrimiento de las reses. Las desviaciones taurinas andan por otro lado, no se hagan bolas.