par imposible
riel Moreno El Zapata, lastimado de un pie, salió de la enfermería a torear a su segundo enemigo, el cuarto de la tarde, disminuido ostensiblemente en su capacidad física. No contento con el detalle de salir a torear lastimado, a pedido de un público cruel que tomara las banderillas, no se hizo del rogar. Se fue a los medios del redondel y citó al burel impedido de correr. Tuve la sensación de que algo en torno del torero se llenaba de energía. Una colisión interna le había producido una fuerte sacudida. Como si una nueva sangre corriera por sus tlaxcaltecas venas y su cuerpo sintiera la necesidad de perder los límites del yo. En un rasgo de audacia y pundonor torero. El toro arrancó galopando cual ferrocarril en marcha y El Zapata giró en su cara perdiéndolo de vista y encontrándose con él. En ese momento en que se dio un vacío en el torero; la fugacidad del instante y le colocó el par de Calafia. Par que en la misma plaza se bautizó como el par imposible
en recuerdo del pase de muleta de ese torero llamado El Imposible. Mientras El Zapata daba la vuelta al ruedo con los aficionados enloquecidos y el burel contemplándolo.
La corrida se inició y terminó con este par. El par no resultó lo clásico, lo bien hecho, lo perfecto, lo bien rematado. Fue un par lleno de un valor que buscaba la muerte, que buscaba un vacío por donde irse. Y es que los toros de San Marcos, herederos de los de San Mateo, regresaron la emoción torera al ruedo de la Plaza México: bien presentados, ofensivos de cornamenta, bravos con los caballos. Todos ellos recibieron un puyazo y es impresión del cronista que llegaron muy crudos a la muleta. Por tanto muy difíciles para los toreros; bruscos inciertos, tobilleros. El cuarto y el quinto toros fueron alegres, pero sus matadores El Zapata y El Fandi no pudieron con ellos por falta de temple y mando. La oreja a El Zapata fue por ese par que nadie se explica cómo lo realizó.
Por fin salió el toro en la temporada grande y fue el protagonista. Toros con perfil sobrio, la fiereza en la mirada y cuerpo muscu- loso, inspiradores de la sensación de peligro al tendido. Los toros como era ya costumbre en la temporada dejaron de ser esa masa informe rodando por el redondel. ¡Enhorabuena al ganadero!