Adorable y enemiga: la ciudad de México en los trazos de Abel Quezada, exposición de un centenar de cartones que abarcan desde los años 30 a los 80 del siglo pasado, montada en la Galería Abierta de las Rejas de Chapultepec, es el principio de una larga lista de proyectos y sueños que iremos haciendo realidad en un futuro próximo, expresó Josefina Quezada Rueda, presidenta de la Abel Quezada Asociación Civil.

Desde que en 1996 mi madre, Yolanda Rueda, mis hermanos y yo fundamos la institución, nuestro propósito ha sido investigar, conservar y difundir el legado documental y artístico de un autor pródigo e inclasificable, a la vez histórico y contemporáneo, acotó la hija del caricaturista fallecido en 1991.

Además de la muestra retrospectiva anunciada para este año en el Museo de la Ciudad de México, Alfonso Morales, curador de Adorable y enemiga, hizo votos para que la base de datos que hemos conformado, en un futuro no muy lejano sea un museo virtual que podamos consultar en la red.

El especialista recordó que “a mediados de los años 90 del siglo anterior, Yolanda alentó la posibilidad de un proyecto que entonces parecía demencial: intentar armar un catálogo digital con la obra publicada por Abel Quezada. Nos llevó más de un lustro completar ese inventario, que ‘reposaba’ en los varios cementerios de las hemerotecas públicas y privadas de esta ciudad.

Para mí, la presente exposición y la que presentamos hace una década en el Museo Tamayo, tienen que ver con las posibilidades de lectura que están en ese catálogo digital, que considero la mayor obra de la asociación.

Quezada, acotó Morales, es un autor imprescindible del siglo XX, alguien que desarrolló un estilo que, aparentemente sustentado en la ineficacia, en el no preciosismo de su dibujo, le permitió propuestas que llevan el cartón al arte conceptual, y lo llevan de la calle a la metafísica. Da gusto que con Adorable y enemiga se abra 2010, al menos en Paseo de la Reforma, porque también es una manera de recordar que en medio de tanta solemnidad, de modo tan banal y aburrido en que buena parte de los funcionarios públicos van a asumir el compromiso de celebrar y conmemorar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, con humor puede ser inclusive más productivo.