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Aquí el rap no tiene nada que ver con bandas ni joyas ostentosas, afirma MC Edd

En Líbano, jóvenes hip hoperos, los mensajeros de la no violencia

Con apoyo de una ONG lanzan el álbum Peace Beats, valioso instrumento para la reconciliación

Creo en la paz, siempre y cuando sea con justicia, dice Yassin, uno de los líderes del proyecto

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Beirut occidental disfruta del beatboxing de Felix Zenger
The Independent
Periódico La Jornada
Sábado 19 de diciembre de 2009, p. 7

Beirut. Uno piensa en John Lennon, o tal vez en una orquesta juvenil dirigida por Daniel Barenboim. Pero ¿hip hop como música para la paz? No parece probable que un género a menudo asociado con la glorificación de la violencia ayude a propagar un mensaje de dar oportunidad a la paz. Sin embargo, en Líbano el rap es diferente.

En un pequeño y atestado bar de Hamra, en Beirut occidental, un entusiasta público juvenil disfruta del beatboxing de Felix Zenger y el rapeo de NC Yassin (también concido como Yeah-Seen). La reconstruida capital libanesa cuenta ahora con tantos clubes de música en vivo, cafés de moda y centros de fiestas hedonistas como antes tenía edificios bombardeados. Pero en este lugar el público recibe entretenimiento con comentarios políticos agregados. Las letras de Yassin expresan disgusto por las condiciones que los refugiados palestinos como él soportan en Líbano. “He pasado mi vida soñando, pero el sueño se acabó. Dondequiera que voy a pedir empleo me dicen: ‘No, eres palesino’.”

Aquí el rap no tiene nada que ver con bandas ni joyas ostentosas, comenta el organizador del espectáculo, MC Edd (también conocido como Edouard Abbas), entre una nube de humo de cigarrillo. Se describe como un emecé muy político; nació en Costa de Marfil, país de lengua francesa, pero usa el rap en árabe para atacar la naturaleza sectaria de la sociedad libanesa.

Desactivar tensiones

Esta aptitud del hip hop de traspasar las divisiones sectarias llamó la atención del Movimiento por la Paz Permanente (MPP). Fundada por estudiantes después de la guerra civil de 15 años en Líbano, esta pequeña ONG capacita a líderes comunitarios para desactivar tensiones y enseña a la población a expresar agravios sin recurrir a la violencia.

Una de sus iniciativas más notables es reclutar artistas para los fines de la reconciliación. El año pasado MPP convenció a artistas de hip hop, entre ellos Yassin y Edd, de convertirse en improbables (y en ocasiones ingobernables) mensajes de la no violencia.

El proyecto condujo al que probablemente es el primer álbum de hip hop en el mundo que habla de paz, logro notable en sí mismo. El disco es hoy un valioso instrumento en favor de la paz, según Raffi Feghali, dinámico coordinador de arte de MPP. Llamado Peace Beats, incluye temas como Salem Nafseh (Paz interior), de Edd, y otro de un grupo llamado BeiruTus que dice: Salam, levanta las manos; Salam, no te des por vencido; Salam, pon tus banderas blancas en alto.

La única hip hopera del disco, Chantal Harmouche (quien se hace llamar Venus) dice en su contribución, Entifada lal Salem (Intifada por la paz) que busca ¡despertar a mi pueblo!, en tanto Zoog, un emecé de 19 años, rapea sabiamente: Lo sigo diciendo, algún día todo estará bien, por eso no ando por ahí con cara de malo.

Los libaneses aún se recuperan de un tiempo en que su país era la encarnación de la frase desgarrado por la guerra. Tan dividida está la nación, que existen 18 religiones oficiales. Los que nacieron después de la guerra civil experimentaron los horrores de los ataques israelíes de 2006 contra Hezbollah, en los que casi mil libaneses murieron, y al año siguiente estallaron en las calles enfrentamientos entre grupos armados sunitas y chiítas. Entre tanto, los más de 4 mil refugiados palestinos apenas si son tolerados y soportan una tensa relación con los nativos.

Tal vez las diferencias religiosas no sean tan importantes para la generación más joven urbana. Todos tenemos amigos musulmanes, cristianos o drusos. Pero hasta a los jóvenes libaneses hay que educarlos con respecto al conflicto, porque aquí es muy fácil ser absorbido por el sectarismo, expresa Feghali.

Orgullo y alegría

Actor y músico a la vez que trabajador por la paz, Feghali reconoce que reclutar hip hoperos como embajadores de paz fue un albur. La cultura del hip hop tiene una connotación negativa. Pero sentimos que sería una forma estupenda de acercarnos a los jóvenes.

No fue fácil hacer trabajar juntos a los artistas. Podían rapear de lo que quisieran, siempre y cuando entrara bajo el concepto de paz. No quisimos censurarlos; dejamos a su conciencia que sus letras representaran los valores que el MPP postula.

Yassin, miembro del dueto rapero palestino I-Voice (la I es de invencible), aportó un tono más pesimista de lo que los organizadores esperaban, porque sabe que el conflicto iraelí-palestino no se resolverá pronto. Esa sinceridad no preocupa a Feghali. “El lenguaje del disco no es lo que llamaríamos ‘blando’, pero los raperos aprendieron que los defensores de la paz no son débiles; pueden ser enérgicos en su difusión de un mensaje positivo.” Y la colaboración ha influido en todo lo que los artistas han hecho de entonces a la fecha.

Los hip hoperos son el orgullo y la alegría de los logros de esta pequeña ONG. Recibieron capacitación en solución de conflictos, en el uso de medios alternativos como los videos en teléfonos móviles, y continúan ayudando al compartir sus experiencias con otros grupos artísticos que cruzan las líneas comunitarias, como pintores, poetas y actores. Actualmente Feghali patrocina un proyecto que aplica la técnica del teatro improvisado a la prevención de conflictos.

Tales proyectos pueden parecer fantasiosos entre las brutales realidades de la vida en Chatila, ciudad perdida de refugiados palestinos en el sur de Beirut, donde la aglomeración es escandalosa y la violencia entre facciones rivales es cosa de todos los días. Pero MMP ayuda a adiestrar a los residentes del campamento en habilidades para la vida.

Las disputas en los campamentos palestinos son por el agua, la electricidad o la recolección de basura. Pero pueden tener consecuencias fatales, señala Sonia Nakad, coordinadora de MMP. Aquí de inmediato salen a reducir las armas de fuego. Así es como arreglan las cosas.

Una forma de defenderse

Una idea en la que ella trabaja es en un esquema para que los padres de familia rechacen las armas de plástico de juguete. “Si dos chicos pelean por una pelota –refiere Nakad–, uno saca su pistola de plástico y le ‘dispara’ al otro porque eso es lo que ve que hacen su papá o su tío.”

Yassin, de I-Voice, es prueba de que aun en esos guetos inundados de armas de fuego los jóvenes pueden encontrar formas pacíficas de expresar sus inquietudes. Vive entre 16 mil personas arracimadas en el campamento de refugiados palestinos de Bourj el-Barajneh, cerca del aeropuerto de Beirut. Para enfrentar la falta de electricidad y de dinero, I-Voice ha instalado un estudio hechizo de grabación en una choza convertida y comienza a atraer atención internacional.

Al actuar como solista en el pequeño espectáculo de hip hop en Hamra, Yassin, de escasos 20 años y autodidacta, luce sorprendentemente seguro de sí mismo en el escenario al fustigar a las grandes estrellas internacionales del rap que comercializan y dan excesivo glamur al género. “El hip hop es una forma de defenderse –explica más tarde en el bar–. Surgió de una lucha de los negros en Estados Unidos, pero es lo mismo para los palestinos. Quiero hablar de lo que le ocurre a nuestro pueblo.

“El hip hop me ha educado –añade con orgullo–. Me ha hecho leer la historia de las luchas de otros pueblos.” Cree en la paz, pero siempre y cuando sea paz con justicia. Y piensa que es mejor hablar que matar. Como rapea en el disco: Por lejos que llegue la bala, mi voz llega más lejos.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya