Brasilia, 23 de noviembre. El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, reafirmó este lunes que considera un derecho de Irán tener un programa nuclear con fines pacíficos, pero le pidió con firmeza que colabore en la búsqueda de una solución justa y equilibrada al problema, tras recibir aquí a su par iraní, Mahmud Ahmadinejad.

Lula y Ahmadinejad mantuvieron una reunión de más de tres horas en la sede de la cancillería, al final de la cual el mandatario brasileño pidió a la república islámica continuar los contactos con países interesados para buscar una solución justa y equilibrada a la cuestión.

Brasil, que ha renunciado a las armas nucleares, desarrolla su propia tecnología para enriquecer uranio.

La comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos, acusa a Irán de impulsar un programa nuclear con fines militares, algo que rechaza Teherán, pues asegura que su programa es pacífico.

Irán puede tener un papel decisivo. Confiamos en la experiencia milenaria de su cultura para construir un orden armónico en su propia región, sostuvo el mandatario brasileño.

Lula señaló que su gobierno defiende ya desde hace tiempo que Irán tiene el derecho de desarrollar un programa nuclear con fines pacíficos. Es simple: tiene ese derecho tanto como Brasil, y defendemos para nosotros mismos lo que defendemos para otros, señaló.

La solución, cuando haya voluntad política

Ahmadinejad relató que ofreció a Lula detalles del programa nuclear, lo puso al corriente de las negociaciones con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y le aseguró que la solución a la controversia llegará cuando la otra parte tenga voluntad política, en alusión a las potencias que buscan un acuerdo que garantice que Teherán no se dotará del arma atómica.

De acuerdo con las normas de la agencia, la compra del combustible enriquecido es libre; podemos comprarlo, pero están definiendo condiciones políticas y técnicas. Eso no es correcto, declaró Ahmadinejad.

Además, apoyó la inclusión de Brasil entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Por otro lado, Lula y Ahamdinejad expresaron su apoyo a una paz justa y duradera en Medio Oriente, al tiempo que condenaron el uso sistemático de la violencia contra poblaciones civiles.

Reafirmaron su empeño en la defensa y el fortalecimiento de la paz y la seguridad internacionales, y en la promoción del desarrollo económico y social sustentable.

En cuanto a la crisis económica mundial, los presidentes externaron la necesidad urgente de una reforma de las instituciones financieras internacionales.

La llegada del mandatario iraní a Brasil coincidió con el inicio, el domingo en Irán, de cinco días de ejercicios militares a gran escala que simulan ataques a sus instalaciones nucleares, ante una eventual agresión de Estados Unidos e Israel por su controvertido programa nuclear.

El Consejo de Seguridad de la ONU instó a Irán a interrumpir el enriquecimiento de uranio y aprobó sanciones que incluyen restricciones al comercio de material nuclear, transacciones financieras y viajes.

En septiembre pasado la república islámica informó que había notificado a la AIEA la existencia de una segunda planta de enriquecimiento de uranio en la localidad de Qom, a unos cien kilómetros de la capital iraní. La primera se encuentra en Natanz, en el centro del país.

Durante su visita, el líder iraní suscribió con Brasil numerosos acuerdos de cooperación en áreas como energía, petróleo, biocombustibles, minería y desarrollo agrícola, y obtuvo de Lula la promesa de realizar una visita oficial a Teherán en marzo de 2010.

La llegada de Ahmadinejad a Brasilia estuvo marcada por críticas y protestas, tanto delante del palacio Itamaraty (cancillería), donde se reunió con Lula, como en el Congreso, donde dos diputados exhibieron una pancarta con la frase Holocausto, nunca más, en alusión al exterminio de millones de judíos en la Alemania nazi, suceso que es puesto en duda por el presidente de Irán.

La gira latinoamericana de Ahmadinejad, quien visitará además La Paz y Caracas, ocurre en medio de la creciente polémica derivada del acuerdo entre Colombia y Estados Unidos para que éste pueda usar siete bases militares en territorio colombiano, pacto que es rechazado por Venezuela, Ecuador, Brasil y Argentina.

Lula declaró el pasado 18 de noviembre, cuando recibió a su par argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que la presencia de tropas extranjeras en Sudamérica es incompatible con los principios de respeto a la soberanía y la integridad territorial de los estados en la región.

En medio de todo este debate, Lula pidió hablar sobre el tema con el presidente estadunidense, Barack Obama, pero hasta la fecha no ha recibido respuesta.