Trabajan de las 7 a las 19 horas de lunes a sábado por mil 200 pesos a la semana en las obras de construcción de la línea 12 del Metro. Se encargan de la limpieza o de dar el paso a los camiones que transportan materiales, y son conocidas como bandereras.

Su salario apenas les alcanza para los pasajes, la comida y la manutención de su familia. Para ellas, como para miles de obreros, albañiles o empleados, los comedores comunitarios se han convertido en una opción para comer bien por sólo 10 pesos.

En abril pasado, el Gobierno del Distrito Federal abrió los primeros 28 comedores comunitarios en zonas de alta y muy alta marginación de las delegaciones Álvaro Obregón, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Iztacalco, Coyoacán, Miguel Hidalgo, Tlalpan y Tláhuac. En menos de 15 días se sirvieron 23 mil 399 comidas, las cuales incluyen sopa, guisado, frijoles, postre y toda el agua que se quiera, al igual que tortillas.

De ese mes a septiembre se han abierto 243 comedores comunitarios en las 16 delegaciones y servido 2 millones 91 mil 638 comidas, pero si se considera por personas la cifra aumenta, ya que hay familias que comparten una entre dos o más integrantes.

En julio se llegó a casi medio millón de comidas servidas; en 30 de los comedores se vendieron más de 4 mil. En el que más alimentos se elaboraron fue el que se ubica en la calle Daniel Cabrera, de la colonia Reforma Pensil, en la delegación Miguel Hidalgo: 4 mil 829. Y en el que menos, el de Prolongación del Castillo, en la colonia Arboledas Cuautepec, de la Gustavo A. Madero, con mil 14.

En los comedores comunitarios de las delegaciones Tláhuac, Iztapalapa, Tlalpan y Benito Juárez, cercanos a las obras de la línea 12 del Metro, es común ver cientos de comensales con sus chalecos de color naranja fosforescente sentados en las largas mesas en las que comparten el pan y la sal.

Hace unos días, al inaugurar de manera simbólica el comedor comunitario ubicado en el Centro Cívico Barrial Santa María Tomatlán, en la delegación Iztapalapa, el secretario de Desarrollo Social, Martí Batres Guadarrama, señaló que ante la crisis económica estos lugares se han convertido en una alternativa para miles de trabajadores. Para venir no se necesita pertenecer a ningún club o partido político. La única prioridad son los más pobres, las madres solteras, los niños y niñas, las personas de la tercera edad.

Ahí, un grupo de bandereras, encabezadas por Isabel, solicitó al funcionario que hubiera más mesas. Sólo tenemos una o dos para comer, y luego no hay lugar para sentarnos, explicaron mientras comían, ya que quieren terminar pronto para dejar el lugar a otros.

Algunas son madres solteras, por lo que tienen la responsabilidad de mantener a sus pequeños, que en la mayoría de casos les cuida su mamá. Otras vienen de provincia y tienen que mandar parte de lo que ganan a su familia.

El viernes pasado, el secretario de Desarrollo Social anunció que los comedores no sólo permanecerán abiertos en diciembre, sino que podrán ofrecer también desayunos y cenas a 10 pesos.