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Los electricistas, firmes en la defensa de su fuente de empleo

Estalla el coraje acumulado en 30 días de resistencia civil

Pancartas, gritos, carteles y botargas contra la extinción de LFC

 
Periódico La Jornada
Jueves 12 de noviembre de 2009, p. 11

Muchas cosas caben en treinta días. En el caso de los integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que mantienen la decisión de defender su fuente de empleo, ese tiempo les sirvió para acumular coraje y determinación, compromiso y rabia, mucha rabia. Y así salieron ayer a la calle.

Quienes los acompañan, lo mismo desde el anuncio de la desaparición de Luz y Fuerza del Centro (LFC) o los que se sumaron al paso de los días, también traían a flor de piel, de consigna, de cartel, de botarga y en los gritos, su indignación contra el gobierno federal: su titular y sus subordinados.

Hombres duros, curtidos, fuertes, y junto a ellos, con ellos, jóvenes de ropas y peinados de moda entre los alumnos de escuelas superiores, fueron los perfiles sobresalientes de quienes asistieron ayer a la Plaza de la Constitución.

Los primeros eran sobre todo electricistas y telefonistas. Su alianza en esta coyuntura destaca porque representa uno de los logros seguramente involuntarios de la decisión presidencial respecto de LFC.

En la década reciente, cada uno de los dos poderosos gremios –sus dirigentes, por supuesto– tomó un camino distinto para disentir del Congreso del Trabajo y prácticamente no se mezclaban. El SME, a finales de los años 90, conformó el Frente Sindical Mexicano y, al mismo tiempo, los telefonistas crearon con otras organizaciones la Unión Nacional de Trabajadores. Y así, separados, marchaban cada Primero de Mayo.

Pero ayer, además de representantes de numerosos sindicatos, escuelas y universidades y hasta de oficinas de gobierno, se sumaron muchos electricistas que ya han recogido su liquidación.

Ni modo, tampoco la conciencia sindical desaparece de un día para otro ni por obra y gracia de dos cheques, comentaban entre ellos, por lo bajo. Y mientras caminaban compartían informaciones sobre los pagos pendientes que a cuentagotas está saldando el Sistema de Administración y Enajenación de Bienes (SAE).

Sorpresivos, imprevisibles y sagaces, los organizadores del paro cívico nacional tuvieron a bien anunciar apenas ayer por la mañana que siempre no se acercarían a Los Pinos.

Desde temprano, cada contingente realizó su labor de brigadeo, cerco a oficinas, manifestación pública y demás, en los sitios previamente acordados; y con esa misma organización más tarde ocuparon su lugar en los puntos de la ciudad desde donde caminaron hacia la Plaza de la Constitución.

Entre quienes llegaron al Ángel de la Independencia, sobre todo los del SME y universitarios, se veían escenas singulares, como la de los meseros del Sanborns de ahí juntito, enviados por sus jefes a vender tortas y refrescos fríos a 10 pesos, que llevaban en un carro. A esa hora, en la esquina de Florencia y Reforma, de la batea de una camioneta varios hombres arrojaban para quien quisiera paquetes de revistas atrasadas, que no viejas.

A esa hora, dos de la tarde, Martín Esparza hizo una fugaz aparición ante los grupos congregados para informarles con un megáfono del éxito de la jornada.

Y cuando se pusieron en marcha, la depurada organización de los electricistas para salvaguardar la seguridad de dirigentes y políticos que iban en la descubierta funcionó una vez más y hasta sorteó momentos difíciles, como cuando Alejandro Encinas y otros personajes se incorporaron al contingente a la altura del cruce de Insurgentes y Reforma.

Desde el inicio resultó evidente que el presidente Felipe Calderón concentró en las largas horas de movilización de este miércoles, y sobre todo en la marcha, una reprobación absoluta. Y en segundo lugar, el secretario del Trabajo, Javier Lozano.

Tal vez era una de cal por las que van de arena. Cada expresión de repudio salía de la garganta o quedaba plasmada en papel con la misma enjundia con que, aseguraban unos electricistas del área de subestaciones en Lechería, ellos son víctimas cotidianas de un linchamiento mediático sin tregua.

Y fue tal, que aquellas consignas que se hicieron famosas durante las movilizaciones convocadas tras el proceso electoral de 2006 ayer quedaron rebasadas.

Calderón, no te elegimos como presidente pero sí te podemos liquidar, y con bono ¡si te largas!, era una de las suaves.

Una vez en la Plaza de la Constitución y con el mitin ya avanzado, el arribo de contingentes no cesaba.

Alcanzar esa meta hacía resurgir las consignas y sólo había de dos: contra los responsables de la decisión de extinguir LFC o de apoyo al SME:

Disculpa las molestias pero ¿si perdieras tu empleo: qué harías?, Esta lucha va a llegar a la huelga nacional, Ni luz ni educación ni arte ni maíz ¡Se acaba mi país, Tengo nueve años, vengo a defender mi futuro, Todo México es territorio SME, eran algunas de las frases que con coro o en cartulinas o sobre botargas creó el ingenio de quienes hace un mes –¿o décadas?– han acumulado rabia y coraje.

Y hubo una literalmente hurtada a la afición puma, la cual, como en la versión original, resume todo: ¡Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer, si mi madre es Luz y Fuerza y mi padre es el SME!