La azarosa vida de Edgar Allan Poe es el tema de la Megaofrenda del Festival Universitario de Día de Muertos.

Como es costumbre sobre las espaciosas islas, en el corazón –geoanatómicamente hablando– de Ciudad Universitaria, se han colocado ofrendas para quienes ya andan en otros mundos. La comunidad estudiantil de nuevo vertió su ingenio para recordar a los idos habitantes de esta tierra.

Poco más de 63 ofrendas, según Ramiro Jesús Sandoval, secretario de Asuntos de la Comunidad, se han instalado y es que de última hora se agregaron algunas, como la del Instituto Tecnológico de Milpa Alta que, obviamente, rinde culto, como lo hacen en la antigua Malacachtepetl Momoxco, a quienes yacen en el tzompantli (altar donde se empalaban ante la vista pública las cabezas aún sanguinolientas de los cautivos sacrificados con el fin de honrar a los dioses).

Poe, de sobra conocido para quienes gustan de la literatura, fue prolífico escritor de cuentos de terror, precursor, quizá, de la novela negra por lo que su obra ha dado pie para que las ofrendas, sin perder su esencia mexicana, por los elementos con que fueron conformadas, tengan el toque del escribano nacido en Boston hace 200 años.

Precisamente de uno de sus cuentos, El sistema del doctor Tarr y el profesor Fether, la Facultad de Medicina tomó el tema para el espléndido montaje de su ofrenda, en la que hay una grabación con un fragmento del relato. Otra narración, ésta de viva voz, es la del Colegio de Ciencias y Humanidades, en la que se hacen referencias a cuentos como El gato negro, tema, por cierto, multiplicado en muchas más de las ofrendas.

Presentes están las escuelas y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como algunas dependencias administrativas, el club de futbol y hasta el sindicato.

La Facultad de Ciencias se excusó de presentarse este año con el argumento de que en celebraciones anteriores sustrajeron objetos de su ofrenda, robos que nunca fueron del todo aclarados.

A la vera de la piramidal ofrenda de México, nación multicultural, los estudiantes se integraron a la danza tradicional y hasta el rector José Narro, de buen talante, fue tomado de los brazos para dar un par de giros.

La banda de música de la Prepa 6, como es costumbre, inició la procesión de apertura del Mictlán azul y oro con las lánguidas notas de una marcha fúnebre.

Rigoberto Abrego Guerra, profesor de teatro de Prepa 6, explicó que la nutrida caravana estudiantil representó con sus vestimentas las distintas épocas históricas del país, desde la prehispánica hasta la actual en donde personajes con sombrero del Tío Sam, que antecedían a un ataud con el contorno de la república en los lados, canjeaban a los lugareños sus tamales por hamburguesas.