l mensaje del rector José Narro Robles al recibir el Premio Príncipe de Asturias, otorgado a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la categoría de comunicación y humanidades, constituye una síntesis de las ideas que ha sostenido en los casi dos años que lleva al frente de nuestra máxima casa de estudios. En ese lapso, el mundo, el país y la institución que representa han vivido circunstancias especiales y de alguna manera inéditas, las cuales el rector, lejos de pasarlas por alto, ha decidido enfrentarlas, con lenguaje claro y directo:
La crisis económica. Narro señaló la semana pasada en Oviedo, España, que la actual crisis mundial muestra el fracaso del sistema financiero. Desde su participación, en enero de este año, en un foro organizado por la Cámara de Diputados, el rector de la UNAM había dicho que las crisis son el resultado de no haber tomado las decisiones adecuadas en el momento oportuno, o de haber postergado la solución de problemas importantes. Después, en una reunión realizada en agosto en el Senado de la República, añadió que no se debe dar continuidad a esquemas económicos que no producen bienestar para la mayoría, que no se ocupan de la desigualdad, que no combaten la marginación, la enfermedad, la ignorancia o el hambre.
El rector ha llamado a reconocer que la crisis financiera no es sólo coyuntural, sino que tiene raíces estructurales. Las opciones para salir de ella –lo dijo en su momento a los senadores–, no deben basarse en el supuesto de que la situación es transitoria. “Por el contrario –afirmó– hay que actuar con plena conciencia de que requerimos cambiar un modelo que se ha agotado y que ya no muestra ser el conveniente para México”. Narro ha llamado a aceptar que sin la acción compensadora del Estado el mercado no puede regularse por sí solo y mucho menos resolver las desigualdades.
Narro Robles ha sido uno de los primeros en advertir la posibilidad de un conflicto social. Sin caer en las predicciones catastrofistas, ha dicho con toda claridad: Estamos cerca de una crisis social y hay muchos elementos que la configuran
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La educación superior y la ciencia. La educación es vía de superación humana, de la individual y de la colectiva. Concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores avances éticos de la historia.
Esto dijo José Narro al recibir en nombre de los universitarios el Premio Príncipe de Asturias. Y agregó: El verdadero saber no es neutro, debe estar impregnado de compromiso social
. A los diputados de México había dicho meses antes que es necesaria una inversión pública sin precedente en educación superior, pues forma parte de los igualadores sociales más efectivos para reducir las inequidades. Advirtió en aquel momento que permitir que aumente el número de jóvenes sin un lugar en la educación superior y sin oportunidades de trabajo sería un grave error histórico. Narro ha insistido, una y otra vez, en que resulta imperativo colocar a la ciencia y a la tecnología entre las prioridades del país: “La ciencia –ha dicho– debe tener un lugar preponderante en nuestro futuro”.
Consenso necesario. ¿Qué hacer? Narro ha señalado que hay que comenzar aceptando que no todas las políticas que se han seguido funcionan, por lo que hay que reformularlas de manera urgente. La definición del futuro, ha dicho, debe tener un anclaje en la realidad social y no en modelos teóricos. Un elemento que debe incluirse en una nueva formulación, es la prioridad a la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología, y garantizar que los esquemas de seguridad social tengan cobertura universal. La vía para lograrlo, propone Narro, es por medio de un gran consenso social y político sobre el futuro que queremos para nuestro país. En reiteradas ocasiones el rector de la UNAM ha llamado a la sociedad y a sus organizaciones, a la inteligencia nacional, a los poderes instituidos, a las fuerzas políticas y a los grupos del sector privado a establecer entre todos “…un mecanismo que nos permita acordar los consensos necesarios para diseñar una nueva estructura de país, para sentar las bases de un futuro más alentador”.
Además de celebrar la obtención el Premio Príncipe de Asturias, que es motivo de orgullo, no sólo para los universitarios, sino para todo el país, la Universidad Nacional Autónoma de México, por medio de su rector, cumple con el compromiso social que caracteriza a una institución que es patrimonio de todos los mexicanos y envía un mensaje que merece ser atendido.