Opinión
Ver día anteriorSábado 24 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Honor universitario y llamado de atención
E

l rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles, recibió ayer en nombre de esa institución el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2009, en una ceremonia realizada en Oviedo, España, en la que prevalecieron las felicitaciones y los elogios hacia la máxima casa de estudios de nuestro país.

Durante el acto, el rector universitario agradeció al jurado correspondiente por reconocer la calidad del trabajo académico y el compromiso social de nuestra institución, destacó la importancia del conocimiento en la vida actual y lamentó que en muchos sitios no sea una prioridad o que se escamoteen los recursos para su generación y transmisión, y llamó a reivindicar el derecho a la educación y a concebirla como un derecho fundamental.

Cabe congratularse y felicitar a la UNAM por haber obtenido esta merecida distinción, un reconocimiento a la trascendencia y el liderazgo internacional de esa casa de estudios, a sus invaluables aportaciones en los ámbitos académico y cultural, al bienestar social y a la modernización del país y de la región, y a su enorme presencia y fuerza moral en México y en el mundo.

El galardón de referencia reviste un sentido especial si se toman en cuenta las circunstancias en que ha debido operar la principal institución educativa de Iberoamérica en los años recientes. Hoy mismo, la UNAM enfrenta, al igual que el resto de las universidades públicas del país, la perspectiva de perder una parte de sus recursos económicos por la vía del recorte presupuestal para el año entrante. Tales reducciones, que son expresión del desdén del que es objeto la enseñanza pública superior en el contexto del modelo económico neoliberal aún vigente, no sólo contravienen el sentir manifestado en ceremonias como la de ayer respecto de la trayectoria y el buen desempeño de la máxima casa de estudios, sino también ponen de manifiesto una lamentable falta de visión y de conciencia por parte de las autoridades sobre la importancia estructural de la inversión en educación y en el desarrollo científico y tecnológico.

Como señaló el propio José Narro, la falta de impulso gubernamental a la generación y transmisión del conocimiento constituye un lastre fundamental para que las sociedades alcancen un desarrollo sobre bases sólidas y duraderas. A contrapelo de lo que han hecho las más recientes administraciones –cuyo proyecto pareciera limitarse a la generación de mano de obra barata y a gran escala–, el fortalecimiento de la inversión en enseñanza constituye una medida imprescindible y de obvia necesidad para potenciar el crecimiento económico del país, reactivar la movilidad social, propiciar la generación de empleos y reducir los insultantes rezagos sociales que recorren el territorio nacional.

Por lo demás, la pretensión gubernamental de profundizar la asfixia presupuestaria a las universidades no puede darse en un momento más inoportuno, habida cuenta de que el país enfrenta una profunda división política y social, agravada por la cerrazón del grupo en el poder para emprender los virajes necesarios en los distintos ámbitos del quehacer gubernamental.

El reconocimiento entregado ayer a la UNAM es, en suma, un llamado de atención para que las autoridades federales reconsideren su posición y reconozcan que están a tiempo de emprender, por la vía de la dignificación del gasto en educación, un cambio indispensable que permita garantizar el desarrollo y la viabilidad del país.