Sociedad y Justicia
Ver día anteriorLunes 19 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Hay más de mil millones de personas afectadas, revelan estudios de Naciones Unidas

La crisis económica mundial agrava problemas de hambre y desnutrición
 
Periódico La Jornada
Lunes 19 de octubre de 2009, p. 46

Washington, 18 de octubre. La crisis económica global agravó los problemas de hambre y desnutrición en los países más pobres, con dramáticas consecuencias para la seguridad internacional y la estabilidad política, según dos informes divulgados el pasado viernes, Día Mundial de la Alimentación.

Más de mil millones de personas sufren hambre crónica en todo el planeta, afirman la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

La cifra incluye 643 millones de personas en Asia, 265 millones en América Latina y el Caribe, 42 millones en Medio Oriente y África septentrional, y 15 millones en países industrializados.

La conclusión más grave del análisis es que más de mil millones de personas padecen hambre, aseveró la portavoz del PMA, Bettina Luescher. Ello es increíble y nos tomó por sorpresa.

La tendencia al alza de la desnutrición lleva un decenio y se mantuvo constante tanto en el periodo de bajos precios y prosperidad económica, a principios de la presente década, como en la actual fase de encarecimiento y caída del producto bruto, según el estudio de las agencias de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Todo ello evidencia problemas en el sistema mundial de gobernanza de seguridad alimentaria, agrega.

Los líderes globales reaccionaron a la crisis financiera y económica movilizando exitosamente miles de millones de dólares en un corto periodo. Ahora se requieren acciones igual de fuertes para combatir el hambre y la pobreza, destacó el director general de la FAO, Jacques Diouf.

El crecimiento de la población hambrienta es intolerable. Tenemos los medios económicos y técnicos para hacer desaparecer ese problema, pero lo que falta es voluntad política, añadió.

Diouf llamó a invertir en la agricultura de los países en desarrollo, la cual resulta esencial no sólo para derrotar al hambre y la pobreza, sino también para asegurar el crecimiento económico, la paz y la estabilidad del mundo.

La FAO destacó que la situación que actualmente enfrentan las naciones más pobres del planeta se deterioró por la crisis financiera.

Poblaciones ya vulnerables a la inseguridad alimentaria sufren cada vez más dificultades, debido al encarecimiento de la comida y la caída de las remesas de los migrantes, el empleo y los salarios.

Los que tienen menos responsabilidad en la crisis económica son los más afectados. Primero son golpeados por los altos precios de los alimentos y luego por la recesión, destacó.

En las pasadas dos décadas se afianzó la integración de las naciones en desarrollo a la economía global, lo cual aumentó su vulnerabilidad a los vaivenes financieros.

Las 17 mayores economías latinoamericanas, por ejemplo, recibieron 184 mil millones de dólares en flujos financieros en 2007, cifra que se redujo a 89 mil millones en 2008, y se prevé que caerá a la mitad al término de 2009, indica el estudio del PMA.

Eso implica una reducción del consumo y, para algunos países de bajo ingreso y déficit alimentario, bajar las necesarias importaciones de comida, equipamiento sanitario y medicamentos, agrega.

Otro estudio difundido el viernes, elaborado por el Instituto para la Investigación de Políticas Alimentarias Internacionales, constata tendencias similares a las del análisis de la FAO y el PMA. Detalla la situación de regiones y países en su habitual índice global del hambre (IGH).

El reporte destaca el lento avance en la tarea para reducir el hambre, evidente en la caída del IGH en apenas un cuarto desde 1990, y advierte que la situación en 33 países es extremadamente alarmante.

El instituto detectó avances importantes en el sudeste asiático, Medio Oriente, África septentrional y América Latina. La incidencia del hambre continúa siendo elevada, en cambio, en Asia meridional y África subsahariana.

Los países donde se registraron las mejoras más destacables fueron Kuwait, Túnez, Fiji, Malasia y Turquía, y las peores situaciones en Angola, Etiopía, Ghana, Nicaragua y Vietnam.