Cuando la influenza A/H1N1 llegó a Chiapas –a finales de junio– la entidad carecía de todo. Los ventiladores de las terapias intensivas no funcionaban, al grado de que sabíamos que los pacientes que requerían ser intubados morirían sin remedio, admitió el secretario de Salud del estado, James Gómez Montes, al participar en la entrega de reconocimientos al personal médico que se trasladó a esa entidad para apoyar en la atención de los enfermos.

Aunque la emergencia sanitaria por el nuevo virus empezó el pasado 23 de abril con medidas como la suspensión de actividades escolares y el cierre de comercios –en el caso del Distrito Federal–, en Chiapas pensamos que no nos tocaría, que allá no llegaría la enfermedad, por lo que no hubo la preparación necesaria para enfrentar la transmisión de la influenza, reconoció el funcionario.

De esa forma, resolvió las dudas y discusiones que durante varios días se dieron entre la Federación y el gobierno del estado, principalmente porque este último se negaba a reconocer que había una emergencia sanitaria en Chiapas. Desde hace varias semanas, la entidad acumula el mayor número de casos confirmados en el país. Hasta ayer sumaban 3 mil 493 las personas afectadas.

Las autoridades estatales tampoco aceptaron la necesidad de establecer medidas de distanciamiento social, a fin de detener la transmisión del virus, ni siquiera cuando Adrián Pérez Vargas, entonces titular del ramo, contrajo la infección.

Por el contrario, el gobernador Juan Sabines acusó a Córdova Villalobos de discriminar a los enfermos. Todo porque en una estación de radio había informado de la enfermedad de Pérez Vargas. Unos días después, éste dejó el cargo y en su lugar llegó James Gómez Montes.

Lo que se dio en llamar rebrote de la influenza en el sureste del país se prolongó durante dos meses (julio y agosto) y afectó principalmente a Chiapas y Yucatán.