uy reconocido como artista gráfico en ámbitos nacionales y extranjeros, Mario Rangel Faz (1956-2009) participó en los movimientos contestatarios que redundaron en la pormenorizada historiografía y catalogación efectuada con motivo de la exposición La era de la discrepancia (Museo Universitario de Ciencias y Arte-MUCA campus 2007).
Su inclusión por parte del también desaparecido Olivier Debroise, editor del libro-catálogo bilingüe, y junto con Cuauhtémoc Medina, principal curador de la exposición, estuvo en relación con el Grupo Suma que tuvo vigencia entre 1976 y 1982.
Posiblemente tal colectivo no hubiera llegado a integrarse a no ser porque el pintor Ricardo Rocha, fallecido en enero de 2008, tuvo a su cargo por aquel entonces el taller de muralismo y experimentación plástica en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Por edad cronológica, Rocha pertenecería a la generación de Ruptura, pero su idiosincrasia y sus actividades docentes lo llevaron a vincularse con la ulterior generación.
Gabriel Macotela, Oliverio Hinojosa (fallecido en 2001), Paloma Díaz Abreu, René Freire, Santiago Rebolledo y Armandina Lozano, entre otros, pertenecieron al Grupo Suma, que obtuvo premio en el primer Salón de Experimentación auspiciado por el Instituto Nacional de Bellas Artes en las galerías del Auditorio Nacional. Los integrantes rechazaron dicho premio, mediante el recurso de intervenir su participación cancelando su visibilidad.
A Mario Rangel Faz, junto con Elizabeth Romero, le cabe el mérito de haber catalogado las actividades del grupo, además de la realización de las reproducciones mimeográficas usando las mismas plantillas otrora utilizadas en varias ocasiones.
Este material se conserva en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y se exhibieron en La era de la discrepancia. Mario las definía como medios callejeros de producción
; en muchos casos captaban apariencias de personajes típicos de la ciudad con rasgos escuetos alusivos mayormente a las actitudes corporales que a fisonomías o rasgos particularizados. Aparecían en la bardas, al poco tiempo eran cubiertas con pintura por agentes delegacionales, para después reaparecer de manera incesante.
Álvaro Vázquez Mantecón orquestó un video sobre el Gupo Suma, que antes fue rememorado en el museo Carrillo Gil con motivo de la exposición sobre los grupos de trabajo colectivo, coordinada por Dominique Liquois.
Hasta donde recuerdo, en aquel tiempo todavía no pululaban los grafitis e innumerables bardas se convertían en soportes aptos para recibir mensajes e imágenes.
En 1987, Mario Rangel hizo incursión, junto con Rubén Ortiz Torres y Diego Toledo, en el salón de espacios alternativos del Museo de Arte Moderno, que entonces dirigía Jorge Alberto Manrique, con Antonio Luque como subdirector.
Fue entonces cuando el ultraderechista grupo Provida hizo allí incursión objetando los collages de Rolando de la Rosa con el rostro de Marylin Monroe que remplazaba al de Nuestra Señora de Guadalpe.
Hoy recordamos a De la Rosa (y no positivamente) sólo por eso. La admisión a dicho certamen se llevó a cabo a través de un jurado, pero Manrique fue obligado a dimitir de su puesto.
Tiempo después, en 1991, Mario participó en una exposición en homenaje a Joseph Beuys en el convento carmelita del Desierto de los Leones, con curaduría de Guillermo Santamarina, quien fue, si no el primero, uno de los primeros curadores internacionales
en la historia de nuestro campo artístico.
Estuvo representado en la exposición inaugural del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) con la obra titulada Recursos incontrolables y otros desplazamientos naturales.
Nunca descuidó la gráfica. Se recuerdan sus excelentes xilografías, algunas editadas por Nopal Press en Los Ángeles, California, misma en la que concurrieron Rocío Maldonado, Rubén Ortiz Torres, John Baldessari y Eloy Tarcisio, actual director de La Esmeralda.
Igualmente colaboró en Ediciones La Cocina, que auspició los libros de artista bajo el impulso de Yani Pecanins y Gabriel Macotela.
No desdeñó participar en certámenes oficiales y fue seleccionado en la decimotercera Bienal Tamayo a través de un jurado integrado por José Bedia, Betsabé Romero, Patrik Charpenel y Ana Elena Mallet.
Hace pocos meses participó con una ponencia en el congreso La escuela de arte en el siglo XXI, en el Centro Nacional de las Artes. Fue un profesor y un investigador dedicado, discreto, comprometido y, aunque fue protagonista, sus actitudes particulares nunca fueron protagónicas. Lamentamos profundamente su fallecimiento.